En una entrada anterior hemos visto la relación entre Ley y el Espíritu en 2Cor 3, 7-11. Hoy me gustaría estudiar tres textos paulinos que son iluminadores al respecto. El primero es Gal 3,13-14: Cristo nos redimió de la maldición de la ley, habiéndose hecho maldición por nosotros porque escrito está: MALDITO TODO EL QUE CUELGA DE UN MADERO (13) a fin de que en Cristo Jesús la bendición de Abraham viniera a los gentiles, para que recibiéramos la promesa del Espíritu mediante la fe (14). El segundo texto es Gal 4, 4-6: Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley (4), a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos (5). Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre! (6). Ambos textos hablan de la necesidad de redención ya sea de la “maldición de la Ley” (Gal 3,13) o simplemente de la “ley” (Gal 4,5). Pero, ¿de qué maldición está hablando Pablo cuando habla de la Ley? El texto que está de fondo es Dt 11, 26-28 donde se habla de las bendiciones que el pueblo recibe si obedece la Ley y las maldiciones que recibe si las desobedece. Encontramos más detalles de las maldiciones en Dt 28,15-68. Entre otras, enfermedades, pestilencias, sequías, destrucción, invasiones, y lo más grave, el exilio. Jesús nos redime de la “maldición de la Ley” o de “Ley”, esto es de las consecuencias de la Ira de Dios, sobre la que Pablo se explaya en los primeros capítulos de Romanos (aqui y aqui) . Ahora bien, lo sorprendente es que esta redención pasa por la transformación del creyente. Este pasa a convertirse en “hijo de Dios”, esto es, parte de la familia de Dios, o seres espirituales a semejanza gloriosa del segundo Adán. El tercer texto es Gal 3,1-5: ¡Oh, gálatas insensatos! ¿Quién os ha fascinado a vosotros, ante cuyos ojos Jesucristo fue presentado públicamente como crucificado? (1) Esto es lo único que quiero averiguar de vosotros: ¿recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe? (2) ¿Tan insensatos sois? Habiendo comenzado por el Espíritu, ¿vais a terminar ahora por la carne? (3). ¿Habéis padecido tantas cosas en vano? ¡Si es que en realidad fue en vano! (4) Aquel, pues, que os suministra el Espíritu y hace milagros entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley o por el oír con fe? (5) El argumento de fondo trata de persuadir a los gálatas que han llegado a ser miembros del pueblo de Dios como Abraham, esto es, a través de la fe en Jesús y no a través de las obras de la Ley. A través de cinco preguntas retóricas Pablo enfatiza que es el don del Espíritu el que hace de los creyentes el pueblo de Dios…no la adhesión a la ley. Para más detalles: Colin G. Kruse, “Paul, the Law and the Spirit”, en: Paul and his Theology, Brill, p.110-116.
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