En Rm 11 comienza afirmando que Dios no ha negado a su pueblo Israel (11,1), sino que ha reservado un resto de acuerdo a su gracia. Lo mismo que en los tiempos de Elías cuando la idolatría abundaba, Dios eligió un resto a partir de su gracia. Así en Rm 11, 5: Del mismo modo, hoy queda un resto, por elección gratuita. Este resto, como veremos, resulta fundamental en el plan de salvación y en la fidelidad de Dios con el pueblo de Israel en general. Y es que en una primera etapa tenemos que la mayoría de Israel no ha creído en el mesías. Este rechazo de Israel en relación al mesías le duele inmensamente a Pablo. Éste nunca ha dejado de ser judío. De allí que clama en Rm 9,2: Siento una pena muy grande, un dolor incesante en el alma: 9,3: hasta desearía ser aborrecido de Dios y separado de Cristo si así pudiera favorecer a mis hermanos, los de mi linaje. 9,4: Ellos son israelitas, adoptados como hijos de Dios, tienen su presencia, las alianzas, la ley, el culto, las promesas, 9,5: los patriarcas; de su linaje carnal desciende Cristo. Este rechazo de Israel no es, sin embargo, completo puesto que hay un resto que ha aceptado al mesías. Lo que Israel buscaba no lo alcanzó, aunque los elegidos lo alcanzaron. Los demás se endurecieron (Rm 11,7). Ahora bien, esta rebeldía de la mayoría de Israel no es la última palabra. La historia la lleva siempre Dios. Pregunto: ¿tropezaron hasta sucumbir? ¡De ningún modo! Sólo que su tropiezo ha provocado la salvación de los paganos, despertando a su vez los celos de Israel (Rm 11,11). El tropiezo de Israel ha provocado la predicación a los gentiles que se han incorporado a la nueva comunidad de creyentes. A pesar del éxito, Pablo recuerda a los gentiles que la raíz son los creyentes judíos. Recuerda que no eres tú quien mantiene a la raíz, sino la raíz a ti (Rom 11, 18). Y es que Pablo quiere recordar a los gentiles que los judíos también se salvarán y que su inclusión no es más que el catalizador para que esta dinámica se produzca. Estos gentiles producirán la envidia de los judíos quienes posteriormente aceptarán al mesías. El texto que justifica esta visión para Pablo en Rm 10,19 es Dt 32, 21: Ellos me han provocado a celo con lo que no es Dios; me han irritado con sus ídolos. Yo, pues, los provocaré a celos con los que no son un pueblo; los irritaré con una nación insensata. En este texto Dios es caracterizado como el marido de Israel, que está irritado porque su mujer se ha enamorado con otra persona. La estrategia de Dios es provocar los celos de Israel a través de otras naciones. El contexto no sólo es Dt 32,21 sino en general los capítulos 27-32 los que para el apóstol profetizan la desobediencia de Israel, su endurecimiento y juicio; el favor de la Alianza dada a favor de los gentiles; el subsecuente celosía de Israel por el favor a los gentiles; y finalmente la redención de Israel. Así, y de manera más específica, en Rm 11,8 Pablo cita Dt 29,4 en relación al endurecimiento de Israel, y en Rm 15,10 cita Dt 32,42 (LXX) donde las naciones están llamadas a regocijarse con el pueblo de Israel. El contexto deutoronomista es interesante porque pone de lleno a la teología paulina en la teología de la alianza: Israel va a desobedecer a Dios y a experimentar las consecuencias de esa desobediencia, el sufrimiento del exilio (Dt 29, 19-28; 31, 16-21). Entonces Israel se arrepentirá y creerá en Dios y experimentará las bendiciones de la restauración, el regreso del exilio a la tierra prometida (Dt 30,1-10), mientras que algunos gentiles también participaría en la redención de Dios con Israel (Dt 32, 43).
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