Una de las frases más celebres de Jesús en relación con los niños sucede cuando estos tratan de acercarse a él para ser bendecidos. Entonces, y de acuerdo a Mt 19,14 , Jesús dice: Dejen a los niños y no les impidan que se acerquen a mí, porque el reino de los cielos pertenece a los que son como ellos. Los exegetas están lejos de entender el significado de esta frase. Tratemos de aportar acercándonos a un paralelo rabínico. El protagonista de la historia es Chanan Hanechba, el piadoso y humilde judío, conocido especialmente porque sus oraciones eran respondidas milagrosamente. Sucedió que durante una sequía los rabís mandaron algunos niños para que intercedieran ante Chanan para que éste rezase por la lluvia. Es probable que existiesen tensiones entre los rabís y Chanan, lo que explicaría el porqué de la necesidad de intermediarios entre ambos. Como sea, el asunto es que los niños se acercaron a Chanan y tirándolo de la ropa le imploraban: “Abba, Abba, danos lluvia”. La insistencia de los niños enterneció a Chanan, quien rezó de la siguiente manera: Maestro del Universo, en nombre de estos pequeños que no saben distinguir entre un padre que no puede hacer llover y un Padre que puede hacer llover, danos lluvia (b. Ta´anit 23b). De más está decir que el resultado de tan confiada oración fue la lluvia. Jesús, lo mismo que Chanan, se enterneció por la insistencia de los niños y por su credulidad en el poder de hacer milagros. Esta es una buena definición de fe, de allí que el reino de los cielos les pertenece. Por último, que Jesús les bendiga no tiene nada de particular en la tradición judía, es una práctica presente hasta el día de hoy (Gn 9,26-27; 27,28-29; Eclo 3,9).
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