Abraham, después de Adán y Noé, simboliza un nuevo comienzo. Y es que Abraham es un nuevo Adán, tal como lo fue también Noé. El contexto es similar, después del pecado de la Torre de Babel, la tierra, una vez más, vuelve al caos delante de Dios. Entonces la divinidad elige a Abraham para volver a repetir las promesas adámicas de Gn 1,28 (cuando Dios bendijo a la primera pareja y les encomendó fructificarse y multiplicarse). Veamos, Gn 12,2ss: Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y servirá de bendición. Gn 17, 2.6.8: y haré una alianza contigo: haré que te multipliques sin medida...Te haré fecundo sin medida, sacando pueblos de ti, y reyes nacerán de ti...Les daré a ti y a tu descendencia futura la tierra de tus andanzas —la tierra de Canaán— como posesión perpetua. Y seré su Dios. Gn 22, 16ss: Por haber obrado así... te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena de la playa... Todos los pueblos del mundo se bendecirán nombrando a tu descendencia, porque me has obedecido. En Gn 26, 3ss el Señor dice a Isaac: estaré contigo y te bendeciré, porque a ti y a tus descendientes he de dar todas estas tierras. Así cumpliré la promesa que le hice a tu padre Abrahán. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, daré a tu descendencia todas estas tierras...Más adelante tenemos en Gn 26,24: Yo soy el Dios de tu padre Abrahán, no temas, que estoy contigo. Te bendeciré y multiplicaré tu descendencia en atención a Abrahán mi siervo. En Gn 28,3 Isaac bendice a Jacob: El Dios Todopoderoso te bendiga, te haga crecer y multiplicarte hasta ser un grupo de tribus. En Gn 35, 11ss Dios le dice a Jacob: Yo soy el Dios Todopoderoso: crece y multiplícate. Un pueblo, un grupo de pueblos nacerá de ti; reyes saldrán de tus entrañas. La tierra que di a Abrahán e Isaac a ti te la doy; y a la descendencia que te suceda...En Gn 47,27 vemos cómo estas promesas se han cumplido en la tierra de Israel: Israel se estableció en Egipto, en el territorio de Gosén; adquirió propiedades allí y creció y se multiplicó en gran manera. En Gn 48,3ss Jacob le dice a José: Dios Todopoderoso se me apareció en Luz de Canaán y me bendijo, diciéndome: Yo te haré crecer y multiplicarte hasta ser un grupo de tribus; a tus descendientes entregaré esta tierra en posesión perpetua. Todos estos ejemplos ilustran hasta qué punto Abraham y su familia heredan el rol que alguna vez perteneció a Adán y a Eva. A su vez, el poseer la tierra de Canaán y la supremacia sobre sus enemigos tiene su paralelo en el poseer el Edén y tener dominio sobre la naturaleza dado en Gn 1,28. En ese sentido la descendencia de Abraham constituyen la verdadera humanidad, y su tierra, el nuevo Edén. En Gn 12, 1-3 se expresan las promesas de Dios a Abraham de la siguiente manera: Sal de tu tierra nativa y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo (a), te bendeciré (b), haré famoso tu nombre (c), y servirá de bendición. Bendeciré a los que te bendigan (d), maldeciré a los que te maldigan (e). En tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo (f). En estos versículos hay tres mandamientos (a,b,c), y tres bendiciones con respectivas maldiciones (d,e,f). La respuesta de Abraham será la obediencia (12, 4-6); la confirmación (12,7) y la obediencia (12, 8-9). En total hay seis promesas que se dividen en dos grupos, el primero (a,b,c) son tres promesas de bendiciones dirigidas a Abraham como individuo (se convertirá en una gran nación, será bendecido, y se le dará un gran nombre); el segundo, son tres promesas o bendiciones-maldiciones que se dirigen a las naciones del mundo y están condicionadas a la manera en que estas se relacionen con Abraham. La primera promesa, que la descendencia de Abraham se convierta en una gran nacion está relacionada con el poseer una tierra. No puede haber una nación sin un territorio, de ahí que este último esté implicito en esta promesa. Esta dimensión de la promesa se explicita en el versículo 7: A tu descendencia le daré esta tierra. El correlato de esta promesa es la obediencia y la adoración que hace Abraham (v.v. 8-9). Es interesante que esta adoración implica el construir un altar, el cual siempre se relacionará con la tierra de Canaán (Gn 12,7.8; 13, 4.18; 22,9). Cuando Abraham está en Egipto o en Gerar nunca se menciona ninguna ofrenda en un altar. Como sea, este rol sacerdotal de Abraham coincide también con el de Adán. Al final de la canción de Israel una vez cruzado el Mar Rojo se expresan las promesas de Dios de manera muy patente, donde el establecimiento de Israel en Canaán se representa como la plantación de un árbo en la montaña-santuario (Edén) al modo como Gn 2, Ez 28y el Salm 78,54 representan el Jardín con el templo. Lo introduces y lo plantas en el monte de tu herencia, lugar del que hiciste tu trono, Señor; santuario, Señor, que fundaron tus manos (Ex 15,17).La segunda promesa a Abraham como individuo es la bendición. Esta se da de manera individual a Abraham, y luego de manera colectiva, con sus maldiciones contrapuestas, a las naciones en relación con Abraham. Detengamonos un poco en lo concerniente a las bendiciones y maldiciones. ¿Qué significan? Dios promete bendecir a aquellos que bendigan a Abraham. La misma promesa se convierte en maldición en el caso contrario. Finalmente se dice todos los clanes de la tierra serán bendecidos a través de Abraham. Las bendiciones están relacionadas con la vida, mientras que las maldiciones con la muerte. La bendición tiene que ver con una vida plena, larga, la buena vida en relación a la salud, una familia grande de que preocuparse, éxito económico, tierras, poder sobre los enemigos. Las bendiciones operan en el contexto de la alianza con Dios y son la manifestación de la fidelidad y obediencia con la que el hombre responde a Dios. La maldición, por otra parte, ocurre cinco veces en Gn 1-11 (3,14.17; 4,11; 5,29; 9,25) e implica una pérdida progresiva de los bienes, salud, relaciones. Es el paso desde el Edén a Babel. Es la muerte. La Tercera promesa dice relación con que Dios hará del nombre de Abraham uno grande. Tener un gran nombre dado por Dios en la Biblia es relacionado con una figura real (2Sm 7,9). En este sentido esta promesa se relaciona con la promesa dada a David cuando Dios estableció con él una alianza: Yo he estado contigo en todas tus empresas; he aniquilado a todos tus enemigos; te haré famoso como a los más famosos de la tierra (2Sm 7,9). Abraham aparece, entonces, al igual que Adán como una figura real. A pesar que nunca es llamado rey, el rey de Gerar lo trata como un igual, los habitantes de Hebrón le llaman principe de Dios (Gn 23,6) y sus campañas militares en Gn 14 lo ubican a la par de los reyes. O pensemos también en el famoso incidente con Melquizedek de Gn 14, donde se le reconoce en un rol real y sacerdotal. Bendito sea Abrán por el Dios Altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios Altísimo, que te ha entregado tus enemigos. Y Abrán le dio la décima parte de todo lo que llevaba (Gn 14, 19-20). Para más detalles: Kigdom through Covenant, p. 996-1074
↧