Ya hemos visto en otra entrada como Pablo entiende su misión entre los gentiles en términos sacerdotales y cómo el Templo juega un rol importante (ver: http://tomachosj.blogspot.ru/2013/05/pablo-y-el-templo-el-sacerdocio-y-el.html). Ahora me gustaría estudiar brevemente otro texto que identifica a la comunidad cristiana como el nuevo Templo. Idea que tiene paralelos claros en textos qumránicos. Se trata de 1Cor 3,16-17:
¿No sabéis que
A1) sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
B) Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él,
A2) porque el templo de Dios es santo, y eso es lo que vosotros sois.
El texto comienza con una pregunta retórica (Οὐκ οἴδατε ) que implica una respuesta afirmativa. Sí, la comunidad tiene que saber que son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ellos al modo como lo hace en el templo (Jerusalén y Celestial) (A1). Esta respuesta afirmativa se complementa con la idea de que el templo de Dios es santo (A2). Ambas afirmaciones se suponen conocidas por la comunidad por lo que no es impropio suponer que son ideas pre-paulinas. De hecho, que una comunidad se considere el nuevo templo está bien afirmado en el Qumrán. Por ejemplo, en la Regla de la Comunidad leemos: Cuando estas cosas existan en Israel de acuerdo con estas disposiciones para fundamentar el espíritu de santidad en la verdad eterna, para expiar por la culpa de la transgresión y por la infidelidad del pecado, y por el beneplácito para la tierra sin la carne de los holocaustos y sin las grasas del sacrificio- la ofrenda de los labios según el precepto será como el olor agradable de justicia, y la perfección de la conducta será como la ofrenda voluntaria aceptable- en ese tiempo se separarán los hombres de la comunidad como casa santa para Aarón, para unirse al santo de los santos, y como una casa de la comunidad para Israel, para los que marchan en la perfección (1QS IX, 3-6). En este textos todos los elementos propios del templo (sacrificios, casa santa, comunidad santa) están presentes para sublimarlos en la comunidad del Qumrán. Esto es especialmente cierto en el caso del espíritu que se relaciona con la verdad eterna.
Esta identificación entre el templo y la comunidad está presente en general en 1QS I, 21- III, 12. En un momento esta relación se subraya de la siguiente manera: Porque por el espíritu del consejo verdadero sobre los caminos del hombre son expiadas todas sus iniquidades para que pueda contemplar la luz de la vida. Y por el espíritu de santidad que le une a su verdad es purificada de todas sus iniquidades. Y por el espíritu de rectitud y de humildad su pecado es expiado. Y por la sumisión de su alma a todas las leyes de Dios es purificada su carne al ser rociada con aguas lustrales y ser santificada con las aguas de contrición (1QS III, 6-9). En este texto el espíritu repleta a la comunidad de manera indivisible, del mismo modo como habita en el templo. No se puede dividir, no habita en un lugar de una manera más plena que en otro. Del mismo modo, el espíritu trasciende al sujeto por cuanto habita en una comunidad.
Con este telón de fondo podemos entender la cláusula que hace de este texto paulino un sándwich: Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él (B). Esta frase es una advertencia muy concreta y práctica. El contexto son aquellos que han dividido a la comunidad diciendo que pertenecen a Apolo, Pedro, o al mismo Pablo. Esta división acarrea el castigo más severo: la destrucción (compara con la pena adjudicada al hombre que se acostaba con la mujer de su padre en 1Cor 5,1-8). Fijémonos también en la importancia que tiene el concepto de santidad para Pablo, santidad que entiende, como veremos en otros ejemplos de carácter sexual, la pureza requerida al hombre que habita en el templo (comunidad). Y es que el templo parece ser una realidad querida por Pablo (Rm 9,4). Para más detalles: John R. Levison, “The Spirit and the Temple in Paul´s Letters to the Corinthians”, en: Paul and his Theology, Brill, p. 189-197.