La influencia de la tradición sapiencial en el mito gnóstico es fuerte. Por ejemplo, consideremos la relación de Barbelo, como la primera emanación Dios en el Apócrifo de Juan, con la Sabiduría, quien es la primera criatura divina de acuerdo a la tradición sapiencial. En ambos casos, Barbelo y Sabiduría, el género es femenino. Además, la primera reacción de ambas, cuando aparecen ante Dios, es alabarlo “pues gracias a Él había llegado a la existencia” (ApJn P.5). También recordemos que Barbelo, al igual que la Sabiduría, es distinta a Dios, y al mismo tiempo, idéntica a Él. Por ejemplo, en el ApJn P.4 se nos dice de la Sabiduría que “Su luz brilla como su Luz” y en Sab 7,26 que “Es reflejo de la luz eterna, espejo nítido de la actividad de Dios e imagen de su bondad”. Sabemos que Barbelo es el primer pensamiento, la imagen de aquel. Ella fue la matriz del todo, pues existió antes que todos ellos, madre, padre, hombre primordial, espíritu santo, el triple varón, la triple potencia, el triple nombre, el andrógino, el eón eterno entre los invisibles, el primer principiado (ApJn P. 5). En el Apócrifo de Juan, la Sabiduría es femenina, lo que se expresa en el hecho que los eones emanan a partir de ella; pero también Madre-Padre, el triple varón, el Primer Hombre. Aunque no de manera tan exagerada, también la Sabiduría cumple distintas funciones en Filón de Alejandría: esposa, hija, padre y madre, o logos.
La Sabiduría, lo mismo que la sabiduría menor en la tragedia gnóstica, aparece como el eón desde el cual emerge el mundo material y como la redentora que liberará al hombre a reconocer y volver a su origen espiritual. En este punto la gran diferencia entre la tradición sapiencial judía y el gnosticismo está en la valoración del mundo material. La primera no es explícita en cuanto a la imperfección y deplorabilidad del mundo material; la segunda es clara respecto al quiebre entre el mundo material y el espiritual, entre Dios y el mundo, entre Barbelo y la sabiduría menor. Aun así, la relación entre Barbelo y la sabiduría menor sigue siendo estrecha. Es Barbelo quien envía a la sabiduría menor como ayudante y reveladora de Adán. Al final de la obra es Barbelo quien desciende al mundo material para redimir a los hombres. Barbelo es la sabiduría menor, y viceversa. Yo, suprema inteligencia perfecta del todo, me transformo en mi simiente. Yo preexisto y voy por todos los caminos. Yo soy la abundancia de luz, el pensamiento del Pleroma. Yo he penetrado en la magnitud de la oscuridad y he resistido hasta ponerme en medio de la cárcel. Y los fundamentos del caos retemblaron y yo me escondí de ellos a causa de su perversidad, y ellos no me conocieron.
Volví por segunda vez. Me puse en camino apartándome de los seres luminosos y penetré hasta el fondo de la oscuridad y hasta el interior del infierno para ocuparme de mi designio. Y los fundamentos del caos retemblaron para precipitarse sobre los que se hallan en el caos y aniquilarlos. Y de nuevo remonté hacia mi raíz luminosa a fin de evitar que fueran destruidos a destiempo.
Por tercera vez me puse en camino-yo soy la luz en la luz, yo soy el pensamiento de la suprema inteligencia- para descender hasta el fondo de la oscuridad y hasta el interior del infierno. Llené mi rostro de la plenitud del eón (superior) y penetré hasta el fondo de la cárcel de aquellos- que es la cárcel del cuerpo- y dijde: “Quien me oiga, que se levante del sueño profundo” (P. 30-31). Para más detalles: Peter Schäfer, Mirror of His Beauty, Feminine Images of God from the Bible to the Early Kabbalah, Princeton University Press, Princeton, 2002, p. 58-72.