El Evangelio de Judas, obra gnóstica setiana, presenta una cosmología y antropología de carácter dualista. El dios en el que creen estos cristianos, el Espíritu Invisible, es distinto al que predican los apóstoles (categoría para hablar de las autoridades de la proto-ortodoxia). Él (Jesús) respondió y les dijo: “No me río de vosotros. Vosotros no hacéis esto por vuestra voluntad, sino que a través de esto vuestro dios [recibirá] alabanza”. Dijeron: “Maestro, tú […] eres el hijo de nuestro dios”. Jesús les dijo: “¿De qué modo me conocéis? En verdad os lo digo: ninguna generación de las personas que hay entre vosotros me conocerá” (34,6-18). La generación de las personas que no conocerá la verdadera identidad de Jesús (de dónde viene) está bajo el dominio de los ángeles (considerados como seres malignos) y las estrellas. Es por esta razón que Jesús ordena a esta generación cesar con los sacrificios inútiles, continuidad del culto judío. Jesús les dijo: “Cesad los sacri[ficios de animales] que [elevasteis] sobre el altar; es mediante vuestras estrellas y vuestros ángeles como han llegado ya a su culminación allí. Sean, pues, insignificantes para vosotros (41,1-8). Dentro de estos sacrificios Jesús se ríe explícitamente de la eucaristía: Cuando (Jesús) [se aproximó] a sus discípulos congregados, sentados, realizando la acción de gracias sobre el pan, se rio (33, 22-34,17). Respecto al bautismo, el texto es más ambiguo: [… en] mi nombre […] […] […] destruirá toda la generación del Adán terreno (puede que este Adán terreno se refiera a la realidad material del hombre a diferencia del Adán celestial o imagen divina en el hombre)(56,2-6). Como sea, esta generación tan corrompida se contrapone a la generación santa (36, 17; 44,12; 47,1), incorruptible (49,5.10.14), grande (36,16-17), fuerte (36,26), sin rey 53,24), la gran generación de Adán (57,11-12), o aquella generación (37,3.5.8; 43,9; 46,17; 54,14; 57,13).
↧