Una de las relaciones más interesantes entre el Testamento de los Doce Patriarcas y las enseñanzas de Jesús tiene que ver con el mandamiento del amor (Mc 12, 28-34; Mt 22, 34-40; Lc 10, 25-28). En la versión marcana leemos: Un letrado que oyó la discusión y al ver lo acertado de la respuesta, se acercó y le preguntó: —¿Cuál es el precepto más importante?,29: Jesús respondió: —El más importante es: Escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es uno solo. 30: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todas tus fuerzas (Dt 6,4-9). 31: El segundo es: Amarás al prójimo como a ti mismo (Lv 19,2. 18b). No hay mandamiento mayor que éstos. Ecos de esta interpretación de la Tora la encontramos en el Testamento de Isacar 5,2: Amad, por el contrario, al Señor y al prójimo y tened compasión del pobre y del débil. Más adelante Isacar reconoce: Amé al Señor con todas mis fuerzas, e igualmente a los hombres como a mis hijos (TestIs 7,6). También vayamos al Testamento de Benjamín 3,3-4: Temed al Señor y amad al prójimo. Aunque los espíritus de Beliar soliciten abrumaros con toda clase de maldad y angustia, no se enseñorearan de vosotros, como tampoco José, mi hermano. ¡Cuantos hombres quisieron matarle!, pero el Señor le protegió. Pues el que teme a Dios y ama al prójimo no puede ser golpeado por el espíritu etéreo de Beliar, protegido como está por el temor de Dios. El amor al prójimo en Mt implica el amor a los enemigos (Mt 5,43-45ª), elemento que también recoge el Testamento de José donde el protagonista responde con misericordia y amor a sus hermanos que se habían convertido en sus enemigos. Tal como recomienda José a partir de su experiencia: Si alguno quiere haceros daño, rogad por el con afán de hacer el bien, y el Señor os librará de todo mal (TestJos 18,3). Otro texto pertinente es el Testamento de Zabulón 5,3: Tened entrañas de misericordia, hijos míos, porque tal como obréis con vuestro prójimo así actuará el Señor con vosotros. Más adelante, en el mismo testamento leemos: Hijos míos, tened compasión con todo ser humano en misericordia, para que el Señor movido también a compasión, se apiade de vosotros (8,1), algo que suena a Lc 6,37-38: No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados. Perdonen y serán perdonados. 38: Den y se les dará: recibirán una medida generosa, apretada, sacudida y rebosante. Porque con la medida que ustedes midan serán medidos.Para mas detalles: deSilva, David A. (2012-09-10). The Jewish Teachers of Jesus, James, and Jude: What Earliest Christianity Learned from the Apocrypha and Pseudepigrapha. Oxford University Press. Kindle Edition.
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