Las diferencias entre los distintos grupos religiosos que constituían el judaísmo del segundo templo también se vislumbra en las reglas de la comensalía. La manera en que comemos, con quien lo hacemos, las normas que seguimos dicen mucho de la cultura de la sociedad y de los grupos en particular. La manera en que comemos habla de los valores del grupo al que pertenecemos, y en el caso del judaísmo, de la interpretación a la ley que se sostenía. Por ejemplo, la dieta de Juan Bautista o Judas Macabeo habla de personas que se han marginado, por diversas razones, de la manera socialmente aceptada de comer. En el caso del Bautista estaría a la base una interpretación estricta y escatológica de la Torá presumiblemente orientada a la penitencia como su contemporaneo Bannus (Josefo Vida, 14). Los esenios guardaban extrictas reglas para el comer. Las comidas eran comunitarias (Josefo, Guerra 2, 129 ss.; Filo, API 5, 10–11; ibid., QOP 85–86.), todos se juntaban para comer como signo de comunión. Las comidas eran preparadas por los sacerdotes, quienes además las bendecían (Josefo, Ant. 18, 22). Y es que en general los sacerdotes tienen la precedencia en la mesa y en comer (Reglas de la comunidad 2, 18–22,). La cantidad de comida era en general frugal para indicar mesura y control (Josefo, Guerra 2, 130, 133). Los novicios tenían que esperar tres años antes de participar en la comensalía del grupo en general (Philo, API (Hypothetica) 11.1–11.18 (632–34); ibid., QOP 86. Comparar: Josefo, Guerra 2, 129–32, 139; ibid., Ant. 18, 22). En las Reglas de la Comunidad se mencionan dos años (5, 21). Incluso si una persona sufría de impureza temporal no podría comer con la comunidad (Josefo, Guerra 2, 129). Otras sanciones también implicaban la extradición temporal de la mesa común (Reglas de la comunidad 7, 19–22). En ese sentido antes de cada comida los esenios se bañaban para purificarse y se vestían con vestidos especiales (Josefo, Guerra 2, 129–30). De más está decir que para este grupo estaba extrictamente prohíbido comer con otros grupos judíos (CD 13,14; Reglas de la Comunidad 5, 10–17; 6, 16–21).
Estas reglas son contrarias a los principios fariseos que se expresan en la máxima todo el que tenga hambra, que venga y coma. Y es que en general los fariseos y los saduceos de Jerusalén no tenían tantas reglas para el comer. En Lc 11, 37-54 vemos que un fariseo invita a Jesús a cenar, no hay un problema de separación de grupos. Se sorprende que Jesús no se lave antes de cenar, interpretación de la Torá farisaica, pero esto no impide que sigan cenando. Hay una apertura farisaica en relación a la posibilidad de compartir la mesa con quienes no compartían su interpretación de la Torá. En la Misná Hag 2,7 leemos: Para los fariseos tienen los vestios de la gente no instruida la impureza del asiento. La misma impureza de contacto tienen los vestidos de los fariseos para los que comen la ofrenda. Aquí se distingue entre fariseos y gente no instruida, y entre los que comen la ofrenda sacrificada a lo dioses y los que no. Hay una distinción en el orden de la pureza que no impide la comunión de mesa entre los dos grupos. Es verdad que la escuela de Shammai es más estricta en relación a la separación con los gentiles. En la misná shab 1,4 se mencionan una serie de normas en las que la escuela de Shammai tenía la mayoría, una de ellas prohibía el aceite y el pan hecho por los gentiles para evitar la impureza. Pero en general estos no eran los criterios extendidos. Al contrario, en los evangelios hay varias menciones de los fariseos participando en banquetes públicos con todo tipo de personas.
Este breve repaso nos señala las distintas aproximaciones al momento de interpretar la Ley en el Judaísmo del segundo templo. Los esenios tenían una visión claramente sectaria, la interpretacción de la Torá se fundaba en una revelación especial y directa al grupo. No había que transar. La Torá era cuestión de valores. Para los fariseos y saduceos de Jerusalén, la Torá siempre se interpreta y responde a realidades concretas que van cambiando. Es la comunidad quien determina temporalmente como aplicar la Ley ante cual o tal realidad. Para más detalles: H. Newman, Proximity to Power and Jewish Sectarian Groups of Ancient Periods, 126-149.
Estas reglas son contrarias a los principios fariseos que se expresan en la máxima todo el que tenga hambra, que venga y coma. Y es que en general los fariseos y los saduceos de Jerusalén no tenían tantas reglas para el comer. En Lc 11, 37-54 vemos que un fariseo invita a Jesús a cenar, no hay un problema de separación de grupos. Se sorprende que Jesús no se lave antes de cenar, interpretación de la Torá farisaica, pero esto no impide que sigan cenando. Hay una apertura farisaica en relación a la posibilidad de compartir la mesa con quienes no compartían su interpretación de la Torá. En la Misná Hag 2,7 leemos: Para los fariseos tienen los vestios de la gente no instruida la impureza del asiento. La misma impureza de contacto tienen los vestidos de los fariseos para los que comen la ofrenda. Aquí se distingue entre fariseos y gente no instruida, y entre los que comen la ofrenda sacrificada a lo dioses y los que no. Hay una distinción en el orden de la pureza que no impide la comunión de mesa entre los dos grupos. Es verdad que la escuela de Shammai es más estricta en relación a la separación con los gentiles. En la misná shab 1,4 se mencionan una serie de normas en las que la escuela de Shammai tenía la mayoría, una de ellas prohibía el aceite y el pan hecho por los gentiles para evitar la impureza. Pero en general estos no eran los criterios extendidos. Al contrario, en los evangelios hay varias menciones de los fariseos participando en banquetes públicos con todo tipo de personas.
Este breve repaso nos señala las distintas aproximaciones al momento de interpretar la Ley en el Judaísmo del segundo templo. Los esenios tenían una visión claramente sectaria, la interpretacción de la Torá se fundaba en una revelación especial y directa al grupo. No había que transar. La Torá era cuestión de valores. Para los fariseos y saduceos de Jerusalén, la Torá siempre se interpreta y responde a realidades concretas que van cambiando. Es la comunidad quien determina temporalmente como aplicar la Ley ante cual o tal realidad. Para más detalles: H. Newman, Proximity to Power and Jewish Sectarian Groups of Ancient Periods, 126-149.