Hay ramas en el judaísmo rabínico que aceptan que algunos gentiles puedan ser salvados como gentiles, en cambio para los que se convierten al judaísmo tienen que vivir bajo la ley. Para las comunidades judías que creían en el Mesías Jesús esta distinción aparece como muy lógica: los judíos que creen en Jesús siguen observando la Ley, los gentiles no la necesitan. Ahora bien, si vamos a la situación más concreta, por ejemplo un fariseo que acepta a Jesús como Mesías, y se hace parte de una comunidad donde la mayoría son gentiles: ¿se sentaría a la misma mesa con ellos? ¿Se puede casar con una de ellas? ¿Tendría que abstenerse de sus dietas especiales para compartir los alimentos? ¿Observarían juntos el Sábado? Y es que la Ley, no lo olvidemos, marca la identidad judía en la sociedad. Marca las fronteras de la comunidad judía en relación al resto. El problema no estaba en cómo los gentiles podían ser salvados, sino cómo se podría comer con ellos y casarse con ellos. Y es que la salvación de los gentiles era parte del proyecto de Dios y los judíos rabínicos bien lo sabían. Por ejemplo, los mandamientos noéticos estaban destinados a toda la humanidad. Los rabis asumían que la alianza con Noé también asumía mandamientos definidos como justos y humanos (b. Sanedrin 56b) que cumplían la función de la ley natural que cualquier persona sujeta a la razón podría seguir. En un midrás rabínico se incluye en esta alianza el monoteísmo, el no matar, organizar cortes y promulgar justicia, no al adulterio, al robo, a la blasfemia, evitar el comer la carne de criaturas vivas y el reconocimiento del Señor, Dios de Israel, como el único y verdadero Dios (Lv 17-26). Esta interpretación data del siglo III. ¿Cómo se vivían estas obligaciones en el siglo I? No tenemos muchas referencias. Por ejemplo, en Jubileos (7,20-21), y en un contexto polémico contra cualquier salvación del gentil, dice que los mandamientos noéticos son universales e implican establecer justicia, evitar el insesto, honrar a los padres, amar al prójimo, prohibir el adulterio, la promiscuidad y la impureza. En Hch 15,20.29. y 21,25 se establece ciertas obligaciones para los gentiles en el decreto apostólico. Había que abstenerse de comer la carne sacrificada a los ídolos, de la sangre de la carne, o de la carne que no haya sido cortada con el ritual adecuado, de animales estrangulados y asesinados, de matrimonios prohíbidos, incensto y de actitudes sexuales indecorosas. Como sea, tanto los rabis como los cristianos usaron las leyes noéticas de manera positiva, para darles una posibilidad a los gentiles de compartir una porción en el mundo venidero. El contexto es el mismo, comunidades donde los gentiles y los judíos conviven. En el Oráculos Sibilinos 4, 24-39 leemos: 24 Felices serán sobre la tierra aquellos hombres 25 que demuestren su amor al gran Dios con bendiciones 26 antes de comer y de beber, confiados en sus actos de piedad. Ellos se negarán a ver toda clase de templos 28 y altares, edificaciones sin sentido de piedras mudas, 29 mancilladas por la sangre de animales y por los sacrificios 30 de cuadrúpedos; dirigirán su mirada hacia la gran gloria del único Dios, sin haber cometido crimen insensato, 32 ni haber vendido ganancia obtenida en el robo, lo más estremecedor que existe, 33 y sin tener naturalmente deseo vergonzoso por lecho ajeno, 34 ni impetuosidad odiosa y lamentable hacia un varón. 35 Su carácter, piedad y costumbres, 36 nunca otros hombres los imitarán, pues su aspiración será la desvergüenza. 5l Pero los necios,
dirigiéndoles los resoplidos de su mofa y su risa 38 con insensateces, intentarán atribuirles cuantos malévolos y perversos actos cometan ellos.
dirigiéndoles los resoplidos de su mofa y su risa 38 con insensateces, intentarán atribuirles cuantos malévolos y perversos actos cometan ellos.