Una cuestión práctica que podía surgir en la vida del rabino era cómo combinar el estudio con la vida marital. El problema ya se presenta en el TestPatriarcas donde se dice que hay un tiempo para las relaciones con la esposa y un tiempo para la abstinencia para dedicarse a la oración (Test.Neft 8,8). La mayoría de los rabinos en el período tinaítico sostenían que lo que convenía era primero gastar años estudiando la Torá para luego contraer matrimonio. Y es que diría R. Johana, ¿Puede acaso uno dedicarse al estudio de la Tora como una piedra de molino atada al cuello? (bKiddushin 29b). En Babilonia veían el problema práctico de otra manera, el joven no podría dedicarse al estudio de la Torá con las urgencias sexuales propias de la edad. Es conveniente, dirán, que el joven primero se case para luego dedicarse todo el tiempo al estudio de la Torá (bKiddushin 29b). Y es que tenemos el caso de la Misná que permite que el estudiante deje a su mujer por 30 días para dedicarse al estudio, incluso sin su autorización (mKetubot 5.6). Otra historia más extrema la encontramos en 3.bKetubot 62b-63a: R. Aquiba era pastro de Kalba Sabu´a. La hija de éste último vio que Aquiba era modesto y bueno. Entonces le dijo: "¿si yo me comprometo contigo irás a estudiar a una casa de estudio? El asintió. Ella se comprometió con él en secreto, y le envió lejos a estudiar. Su padre escuchó sobre la promesa que su hija había hecho, y la expulsó de su casa y le obligó a renunciar a sus bienes. Mientras tanto Aquiba fue y se sentó en la casa de estudio por 12 años. Cuando regresó trajo consigo 12,000 estudiantes. Escuchó, entonces, a un hombre viejo hablándole a la mujer, "¿Cuánto más tiempo vivirás la vida de triste viuda?". Ella respondió: "Si él pudiese escuchar mis palabras, el podría ir a estudiar otros doce años". Él pensó, "yo estoy actuando con su permiso". Entonces él regresó y se sentó en la casa de estudio por otros 12 años y cuando regresó trajo consigo 24,000 discípulos. Su mujer escuchó que su marido había regresado y salió a saludarlo. Sus vecinas le dijeron: "lleva algo presentable para vestir". Ella contestó: "Un hombre justo conoce las necesidades de su bestia (Prov 12,10)". Cuando ésta le encontró, cayó rostro en tierra y le besó sus pies. Los discípulos de R. Aquiba trataban de apartarla, pero él les dijo: "Dejadla. Lo que es mio y lo que es vuestro le pertenece a ella". Su padre escuchó que un gran hombre había llegado al pueblo. Dijo: "Iré a verlo, tal vez pueda anular el voto que hice de privar a mi hija de sus posiciones". Fue donde Aquiba y éste le dijo: "¿Estaba condicionado tu voto al hecho que ella se casase con un gran hombre?". El dijo: "Incluso si su marido supiese un sólo capítulo o un sólo voto, yo no habría hecho el voto". R. Aquiba dijo:"Yo soy tu yerno". Kalba Sabu´a cayó rostro en tierra, le besó sus pies, y le dijo la mitad de sus posiciones. Pero sin duda hay historias donde se muestra la ausencia de la casa familiar por mucho más tiempo para dedicarse al estudio de la Torá. El estudio de la Torá tenía preeminencia también sobre las relaciones familiares. R. Joseph, el hijo de Raba, fue enviado por su padre para estudiar con R. Joseph. Se pusieron de acuerdo en un período de 6 años para él. Cuando pasaron tres años y la fiesta del Yom kippur estaba cercana, R. Joseph, el hijo de Raba pensó: "Voy a ir a visitar a los miembros de mi familia". Su padre escuchó sobre la inminente visita de su hijo. Entonces tomó un arma y fue a confrontarlo. Le reprochó: "¿Recuerdas acaso a tu prostituta?". Ellos se vieron envueltos en peleas que les impidió comer la cena final antes del inicio del ayuno (bSukkah 52a). Otro ejemplo interesante es la siguiente historia: Si su objeto perdido y el objeto perdido de su padre necesitan ser recobrados, su objeto perdido tiene precedencia. Si su objeto perdido y el objeto perdido de su maestro necesitan ser recobrados, su objeto perdido tiene precedencia. Si el objeto perdido de padre y el de su maestro necesitan ser recobrados, entonces el del maestro tiene precedencia porque su padre lo trajo al mundo, pero su maestro le enseñó su sabiduría y le abrió las puertas al mundo venidero (mB.M. 2.1) (Sefer Hasidim codified by R. Moses Isserles en YD 242. 34) (p. 48n. 224). Aquí está claro que existe una precedencia entre las relaciones maestro-discípulo que padre-hijo. Y es que quien enseña la Torá es quien le ha dado la vida al discípulo (n. 225). Para más detalles: Holy Men and Hunger Artists, p. 42-53.
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