Veamos el siguiente pasaje del Dt (4, 19-20): No sea que levantes los ojos al cielo y veas el sol, la luna, las estrellas y todo el ejército del cielo, y seas impulsado a adorarlos y servirlos, cosas que el SEÑOR tu Dios ha concedido a todos los pueblos debajo de todos los cielos. Pero a vosotros el SEÑOR os ha tomado y os ha sacado del horno de hierro, de Egipto, para que seáis pueblo de su heredad como lo sois ahora. El pueblo de Israel se distingue de los demás pueblos también porque tiene una misión, el ser el pueblo de Dios. Esta misión se explicita por ejemplo en Is 43, 21: El pueblo que yo he formado para mí proclamará mi alabanza. O veamos Is 43,10: Vosotros sois mis testigos -- declara el SEÑOR -- y mi siervo a quien he escogido, para que me conozcáis y creáis en mí, y entendáis que yo soy. Antes de mí no fue formado otro dios, ni después de mí lo habrá. También es oportuno Is 49,3: Tú eres mi siervo, Israel, en quien yo mostraré mi gloria. Más interesante es la misión en Is 49,6 (Gn 12,3): Poca cosa es que tú seas mi siervo, para levantar las tribus de Jacob y para restaurar a los que quedaron de Israel; también te haré luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra. Consideremos también Ez 36, 23ss: 'Vindicaré la santidad de mi gran nombre profanado entre las naciones, el cual vosotros habéis profanado en medio de ellas. Entonces las naciones sabrán que yo soy el SEÑOR' -- declara el Señor DIOS -- 'cuando demuestre mi santidad entre vosotros a la vista de ellas. La elección implica, por lo tanto, una misión en vista a los gentiles. Ver también Is 55, 4-5 o Dt 4, 5-8. En todos estos ejemplos, todas las naciones reconocerán al final de los tiempo al Dios de Israel y le adorarán: Is 2,3; 51, 4; 56,7; 66, 18-19; Jr 1,5; Am 9,7. Algo parecido, pero con un tono más intimista, Filón de Alejandría define la misión-identidad de Israel como el pueblo que contempla a Dios, una virtud que ninguna otra nación puede adquirir (Immut 143-144; Cong 51; Som ii,173; Legat 4). Para Filón otra misión de Israel es el honrar a Dios a través de la Ley de Moises (Decal 98) y consagrarse como ejemplo o modelo para otras naciones al modo sacerdotal, es decir actuando en forma sabia y justa y llevando bondad a las demás naciones (Mos i, 149; Abr 98). Todas estas características que definen a Israel ya estaban prefiguradas en los patriarcas (Abr 56-58, 275-276) quienes no sólo contemplaron a Dios sino que vivieron una vida virtuosa. Por ejemplo en Abr 79-80: Él en su amor por la humanidad, cuando el alma vino en su presencia, no se dio vuelta, sino que fue derecho a encontrarse con ella y a revelar Su naturaleza, tanto cuanto la capacidad de contemplar del visionario le permitía. Por eso no se nos dice que el sabio vio a Dios, sino que Dios fue visto por él. Porque es imposible que cualquiera pueda por sí mismo aprehender al verdaderamente Existente, sin que Éste se revele y manifieste por si mismo. Por otro lado, también existen textos donde la elección de Israel supone un desenlace diferente, esto es, la aniquilación de las naciones paganas como es el caso de Is 33,12: Y los pueblos serán calcinados, como espinos cortados que son quemados en el fuego. También Is 40,17: Todas las naciones ante Él son como nada, menos que nada e insignificantes son consideradas por Él. Is 63, 6: Pisoteé los pueblos en mi ira, los embriagué en mi furor y derramé su sangre por tierra. Otros ejemplos, Jr 46-50 y Ez 25-30.
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