En Rm 12,1-3 tenemos la siguiente expresión de Pablo: Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. (2)Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto. (3)Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno. Dios renueva las mentes de quienes se dedican a Dios y así evaluar lo que es bueno, aceptable y perfecto. En otras palabras es una mente que puede evaluar todas las cosas porque tiene la mente de Cristo. La renovación de la mente evoca la mente divina de Rm 11,34: ¿Quién conoce la mente de Dios? ¿Quién fue su consejero? El creyente puede adentrarse a este misterio y conocer la voluntad Divina. Al mismo tiempo puede pensar en un sentido más amplio, considerando al cuerpo de Cristo con todos sus dones (Rm 12,4-6): Es como en un cuerpo: tenemos muchos miembros, no todos con la misma función; así, aunque somos muchos, formamos con Cristo un solo cuerpo, y estamos unidos unos a otros como partes de un mismo cuerpo. Tenemos dones diversos según la gracia que Dios ha concedido a cada uno: por ejemplo, si hemos recibido el don de la profecía debemos ejercerlo según la medida de la fe.
En Rm 12, 1 Pablo dice que el cuerpo puede ser un instrumento utilizado de buena manera (Rm 6, 13; 8,11.23; 1Cor 6,13. 15, 19-20; 2Cor 4,10; 5,10; Flp 1,20; 3,21; Col 2,23), como de manera malvada (Rm 1,24; 6,6; 7,24; 8,10.13; 1Cor 6,16; 2Cor 5,10). El cuerpo no es malo en sí, simplemente puede ser transformado cuando Cristo y su espíritu iluminan las mentes y no cuando es direccionado por decisiones morales voluntaristas (Rm 1,24; 6,12). En términos generales el propósito de nuestro cuerpo no es cumplir nuestros deseos autónomos, sino que servir al más grande Cuerpo de Cristo (Rm 12, 4-6). Ahora bien, ¿cómo presentamos este sacrificio corporal? A través de la razón la mente dicta como el cuerpo ha de servir. En el contexto que estamos estudiando significa (Rm 12, 2-3) que una mente renovada puede discernir la voluntad de Dios (Rm 12,2), incluyendo como el lugar donde uno puede ser de más utilidad al Cuerpo de Cristo (12, 3-8).
La mente renovada mira el mundo desde el punto de vista de la nueva era, del tiempo mesiánico (1Cor 2,6-10; 2Cor 1,22; 5,5; Gal 5,5), cuando nos vamos haciendo a la imagen de Cristo (Rm 8,29; 2Cor 3,18). De nuevo, no se trata como los estoicos o platónicos de auto control para alcanzar la felicidad, o como Pitágoras diría, el purificar el intelecto (Pyth Life 16.70). Para Pablo, como para algunos judíos de la diáspora sólo Dios puede conducir la mente hacia la sabiduría, sólo Dios puede renovar la mente hacia lo mejor. La mente renovada de Rm 12,2 contrasta con la mente pagana que no ha sido informada por la Ley (Rm 1,28) o por la mente corporal que siendo informada por la Ley no ha sido transformada por ella (Rm 2,18; 7,23.25). Por el contrario, la mente renovada es capaz de evaluar lo que es bueno (en contraste con Rm 1, 28). τελειος implicaría para los estoicos auto-control que se logra a través de remover todas las pasiones. La virtud sería la perfección del alma. En la mente perfecta habita la sabiduría perfecta. Para Pablo, como para cualquier judío, uno no puede ser "perfecto" sin la ayuda de Dios. Los hombres son pecadores y no pueden caminar el camino de la perfección sin la ayuda del Espíritu de Dios. Por lo tanto τελειος para Pablo puede significar "madurez" (1Cor 2,6; 14,20; Ef 4,13; Flp 3,15) moral intachable (Col 4,12) o "perfecto" (Col 3,14) y ideal u objetivo (Flp 3,12; Col 2,18). En este contexto, la mente renovada reconoce la voluntad de Dios porque está siendo influenciada por la propia mente de Dios. Esto es implícito en 1Cor 2,16 en relación a Is 40,13.
En Rm 12,3 Pablo enfatiza un pensamiento sobrio jugando con φρονειν y σωφρονειν. Prudencia (σωφροσινη) era una de las cuatro virtudes que definió Aristoteles y que compartían los estoicos. Sin embargo, para estos grupos la virtud por excelencia era el auto-control que en el caso de la mujer se expresaba a través de la castidad. En Rm 12,3 σωφρονεω se contextualiza en el cuerpo de Cristo (Rm 12, 4-6) donde la mente renovada reconoce que cada creyente ha sido confiado con la fe a través de actividades particulares (12, 3.6).
En términos generales los creyentes son transformados a través de la renovación de sus mentes lo que los hace evaluar lo propio del tiempo presente y los valores del mundo venidero, reconociendo lo que es bueno, agradable y perfecto a la vista de Dios. Cada creyente ha de considerar como puede servir mejor al Cuerpo de Cristo en cada miembro. Para más detalles: The Mind of the Spirit, Pos.719-8161