Por tanto, si han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios, piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra (Col 3,1-2). En este texto Pablo exhorta a los creyentes a concentrar su atención en Cristo entronizado en el cielo. Esta actitud también se encuentra en la filosofía Greco-Romana que insistía en elevar el alma a los cielos para experimentar la visión pura y trascendente de la divinidad. La realidad divina sería perfecta, eterna, incambiable. Lo distintivo de Pablo, sin embargo, esta en que él se focaliza en el Cristo exaltado (1Cor 2,16; Flp 2,5; 3,19-20; 4,7). Buscar los bienes del cielo τα ανω está en contraste con las cosas de la tierra. Estas dos dimensiones entran en juego, por ejemplo en 2Cor 4-5 donde Pablo habla de la renovación de la persona interior a pesar de la decadencia del cuerpo. Y es que la persona interior se esta preparando para lo que nadia jamás ha visto, lo eterno, lo celestial (2Cor 4,16-5,2). Pablo anticipa un cuerpo celestial (1Cor 15, 40-41). Al mismo tiempo Pablo habla de la Jerusalén celestial de la cual la terrena es sólo una sombra (Gl 4, 25-26). La visión de las cosas celestiales, esto es Cristo, está en consonancia con las propias visiones de Pablo en 2Cor 12, 1-4.7 que incluían a Jesús (12, 1.8-9). Esta contemplación de las cosas de arriba tiene implicancias éticas (Col 3,2), de allí que después Pablo despliegue una serie de conductas apropiadas para las familias (3,18.20.22.23.24; 4,1); habla de la bondad y el perdón (Col 3, 13-14); todo lo que uno hace ha de hacerlo en nombre de Jesús (3,17) y por el Señor (3,23-24). Para más detalles: The mind of the Spirit pos-11468-11630
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