Hoy estamos acostumbrados a considerar real sólo lo que se puede probar, constatar, tocar, objetivar. A la gente hoy, le cuesta hablar de experiencias religiosas que escapen a la experiencia cotidiana. Esto no era así en el tiempo de Jesús. En la antigüedad el mundo sobrenatural y el mundo del hombre convivían de una manera que hoy nos sorprendería. El hombre convivía con diferentes espíritus, los sueños se consideraban muchas veces un medio privilegiado de comunicación con el mundo sobrenatural, y el hombre en circunstancias especiales podía subir a los cielos para recibir revelaciones sobre el presente o futuro. Un ejemplo interesante lo constituyen la comunidad judía del Qumrán cerca del Mar Muerto donde los monjes experimentaban cómo en sus liturgias podían acceder al templo celestial, la contraparte divina del templo de Jerusalén, para alabar junto a los ángeles, a Dios sentado sobre su trono (ver: Los Canticos del sacrificio sabático...alabando a Dios junto a los ángeles). Más aún, los miembros experimentaban una transformación tal que se percibían como ángeles alabando a Dios. Varios escritos como Los Cánticos del Sacrificio Sabático; Hodayot; las Reglas de la comunidad, las oraciones diarias (4Q 503), las Canciones del Sabio (4Q510-11), las Palabras de las luminarias (4Q505-506), las Bendiciones (4Q286-290), y la Regla de la guerra, apuntan a una comunión de vida estrecha con los ángeles.
Pongamos por ejemplo a 1QSb 4, 24-28 en el libro de las Bendiciones (ver: Más sobre ángeles y el Qumran...). Esta bendición, muy probablemente dirigida al sacerdote, demuestra claramente cómo la comunidad se siente participando de la liturgia celestial y cómo la distancia entre lo angélical y lo humano se diluye: Tú serás como un ángel del rostro en la morada santa para la gloria del Dios de los Ejércitos...Tú estarás alrededor sirviendo en el templo del reino, compartiendo el lote con los ángeles de la faz y el consejo de la comunidad... por el tiempo eterno y por todos los períodos perpetuos. Porque verdad son todos tus juicios. Te ha hecho santo entre tu pueblo, como lumbrera que alumbra el orbe con conocimiento y que ilumina la faz de los numerosos... consagrado para el santo de los santos, porque serás santificado para él y darás gloria a su nombre y a sus cosas santas. Este, entre tanto ejemplos, nos ayuda a comprender que la idea de verdadera humanidad realizada para la comunidad del Qumran tenía relación con la transformación angelical. Ahora bien, la liturgia celestial llega a su culmen cuando la naturaleza transformada del monje se une con la estructura física del templo celestial en alabanzas a Dios (ver: El Templo celestial alaba a su Dios). En el cantico séptimo de los Cánticos del Sacrificio Sabático leemos: “Alabad con ellos, vosotros, todas las fun[daciones del santo de] los santos, los pilares de soporte del firmamento el más elevado, y los todos los ángulos de su edificio. Cantad al Dios que es terrible en poder [todos los espíritus del conocimiento y de la luz], para exaltar juntos el firmamento espléndidamente brillante del santuario de su santidad (4Q 403 col I. 41-44).
Por último, para los miembros del Qumrán la convivencia con los ángeles no se limitaba solamente al ámbito litúrgico. Ellos tenían la certeza que al final de los tiempos pelearían en un mismo ejército, codo con codo, con los ángeles o hijos de la luz en contra los hijos de las tinieblas aliados del imperio romano (ver: La guerra santa en 1QRegla de la Guerra (combatiendo junto a los ángeles a los hijos de las tinieblas)). La guerra santa, esto es pelear junto con los ángeles, exige cumplir con estrictas reglas de pureza (1QRegla de la Guerra VII, 3-7) para así ser protagonistas de la batalla definitiva contra el mal. Leemos en 1QRegla de la Guerra: (I, 9-12): Y en el día en el que caigan los Kittim (los romanos) habrá un combate y destrucción feroz ante el Dios de Israel, pués éste será el día fijado por él desde antiguo para la guerra de exterminio contra los hijos de los tinieblas. En este día se enfrentarán para gran destrucción la congregación de los dioses y la asamblea de los hombres. Los hijos de la luz y el lote de las tinieblas guerrearán juntos por el poder de Dios, entre el grito de una multitud inmensa y el clamor de los dioses y de los hombres, en el día de la calamidad. Será un tiempo de tribulación para todo el pueblo redimido por Dios. De todas sus tribulaciones, ninguna será como ésta, desde su inicio hasta que se complete la redención eterna.
Os invito a escuchar el Podcast: Conviviendo con los ángeles, la comunidad del Qumrán