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Filón de Alejandría: el Logos como manifestación de Dios

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En varias entradas hemos visto qué entendía Filón de Alejandría acerca de la Sabiduría: era la esposa de Dios, Padre y Madre de los hombres, e hija de Dios. Estas ideas son fundamentales al momento de entender la teología de los dos poderes en el cielo en el judaísmo del tiempo de Jesús (presente por ejemplo en el prólogo de Jn). También lo son para entender el desarrollo de la posterior mística judía del encuentro erótico entre la shekina y Dios. La idea del Logos o Palabra es también importante en relación a la Sabiduría. Según el filósofo Dios había creado el mundo y se había revelado a los profetas a través de Su Palabra, que es coincidente con Su Sabiduría. Escuchemos a Filón: De ahí, que, mientras que la voz de los mortales se oye, los oráculos sagrados nos confíen que las palabras de Dios se ven al modo en que se ve la luz, pues se nos ha dicho que todos vieron la Voz (Ex 20,18), no que la oyeran; y es que lo que allí aconteció no fue el impacto causado por el aire por órganos tales como la boca y la lengua, sino el esplendor radiante de la virtud propagándose cual una fuente de razonamiento. […] Por eso [Moisés], con toda justicia, llama “visible” a la voz de Dios, ya que, siendo ella muy distinta de la empleada al enunciar [mediante el lenguaje] los verbos y los nombres, el ojo del alma es el único que logra verla (Migr. 47-48).


Otro ejemplo que sigue la misma idea del Logos como segunda divinidad la encontramos en Quis rerum divanarum heres sit, 205-206: El Padre de todas las cosas ha otorgado a Su Verbo, que es también su principal mensajero y el más elevado de todos en edad y en rango, la prerrogativa de ocupar una posición limítrofe entre las criaturas y el Creador. Inmortal, intercede suplicante por los afligidos mortales al tiempo que actúa como el embajador de un soberano ante sus súbditos. Se gloría de esa especial prerrogativa diciendo: “yo estaba entre el Señor y vosotros” (Dt 5,5), o se, no soy ni increado como Dios ni creado como vosotros, sino que me encuentro a medio camino entre ambos extremos, como garantía para ambos. 

La Ascensión de Jesús...¿cómo entenderla?

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Hay dos extremos que debemos evitar al momento de hablar de la ascensión de Jesús. El primero, que no puede ser un hecho histórico, nadie puede subir a los cielos sin más, Jesús no fue el primer astronauta. El segundo, que todo el relato sólo tiene un significado simbólico, que guarda sólo una realidad teológica. Es mejor tratar de entender este relato con las claves que te da la propia época...con variados escritos que la explican. Les invito a escuchar el podcast

"El Sábado fue creado para el hombre" (Mc 2,27-28): contexto rabínico

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En Mc 2,27-28 aparece una de las sentencias más conocidas de Jesús respecto al Sábado: El sábado fue creado (egeneto) para el hombre, no el hombre para el sábado. La interpretación común tiene que ver con un Jesús que libera al hombre de un judaísmo legalista y asfixiante.  Ahora bien, todo cambia cuando miramos sin prejuicios el judaísmo del tiempo de Jesús, y al que él mismo adhería. Entonces comprendemos que cualquier rabino podría estar de acuerdo con esta frase. De hecho encontramos una frase más o menos parecida atribuida a R. Simeón ben Menasya: El Sábado fue dado a vosotros, y no vosotros al Sábado (Mechilta de Rabbi Yishmael de Ex 31,3).  Ahora bien, la frase de Jesús tiene ciertas particularidades que lo distancian de R. Simeón aunque no se aleja del judaísmo de tu tiempo. Jesús enmarca la sentencia en el contexto de la creación. De acuerdo a las creencias judías tradicionales, el mundo había sido creado para la humanidad. Más aún, Dios creo al hombre en el sexto día, justo antes del comienzo del primer Sábado. Lo que quiere decir esto se explica a través de una imagen. Dios creo al mundo al modo como un Rey prepara un banquete para sus invitados especiales, es decir,  para beneplácito de cada uno de los hombres. El corolario es el propio Sábado que es creado para los invitados al banquete como culmen del gozo. Esta es una visión absolutamente positiva de la creación y del sábado, y que nos permite entender la sentencia de Jesús. Así, por ejemplo, leemos en j. Sanh 22c, 4 (b. Sanh 38ª): “¿Por qué el hombre fue creado el último?”  Una parábola ilustra la situación. Se puede comparar a un rey que preparó un banquete. Luego que todo está preparado para el banquete, entonces sólo faltan los invitados. Entonces la Biblia enseña: “La Sabiduría ha construido su casa” (Prov 9,1). Esto se refiere al Santo, bendito sea, que construyó el mundo a través de su sabiduría, como está escrito: “A través de la Sabiduría el Señor fundó la tierra”. Entonces, también a través de la Sabiduría, Él “ha levantado los siete pilares del mundo” (Prov 3,19; 9,1). Estos siete pilares se refieren a los siete días  en los cuales Dios creo el mundo. Más aún, como está escrito: “Ella (la Sabiduría) ha matado los animales, y ha servido el vino”(Prov 9,2). Este pasaje se refiere a los lagos y ríos como a todas los acontecimientos del mundo. Considerad también el pasaje: “El que sea inexperto, venga acá” (Prov 9,4). Las escrituras se refieren a Adán y Eva. Todo esta preparado para el hombre y la mujer, el sábado se entiende como la corona que embellece todo, siempre al servicio de los invitados. 

La Trinidad en el Tratado Tripartito

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En otras entradas hemos comenzado  a estudiar la trinidad en el Tratado Tripartito, libro prototipo del gnosticismo valentiniano, con la idea del Padre y el Hijo. Esto nos ha ayudado a realzar las diferencias con el gnosticismo setiano. En el Apócrifo de Juan (prototipo del gnosticismo setiano) las dos primeras personas son el Padre (Dios invisible) y Barbelo. En este mismo tratado la triada divina la completará el Hijo, resultado de la relación amorosa entre el Padre (o Dios invisible) y Barbelo: El Espíritu miró hacia dentro de Barbelo por medio de la pura luz- la que rodea al Espíritu Invisible y su resplandor- y ella concibió de él. Engendró una centella de luz semejante a la luz beata, aunque sin igualar su magnitud. Este es un unigénito del Padre materno que se había manifestado, su único vástago, el unigénito del Padre, la pura luz (P.6). El caso del Tratado Tripartito es distinto....y semejante. Aquí la trinidad se completa con la Iglesia la que junto con el Hijo existe desde el comienzo (57,30-38). La Iglesia está constituida por  muchos hombres que son anteriores a los eones, son los eones de los eones, la naturaleza de los espíritus eternos, sobre los cuales el Hijo descansa, así como el Padre descansa sobre el Hijo. Al mismo tiempo de predicar la jerarquía trinitaria (Del Padre emana primero el Hijo y luego la Iglesia), este tratado habla de la Iglesia como el fruto de la relación amorosa del Padre con el Hijo: Innumerable, ilimitada e indivisible, no obstante, su prole, los que son, provenientes del Hijo y el Padre, como besos a causa de la sobreabundancia de quienes se besan entre sí con un pensamiento bueno e inagotable, este beso siendo único, aunque envuelve una pluralidad de besos. Es decir, es la Iglesia de muchos hombres que existe antes que los eones, que se denomina, en sentido propio, los eones de los eones” (58,19-35). El esquema es igual al gnosticismo setiano: al mismo tiempo que afirma la jerarquía divina (¡y la co-eternidad!), se señala que de la relación amorosa entre la primera pareja emana la tercera. Como sea, así se establece la idea de la trinidad en el Tratado Tripartito: Padre, Hijo, Iglesia. 

Ahora bien, como todo sistema gnóstico, las emanaciones desde la divinidad se suceden unas a otras, siempre jerarquicamente y en parejas. Así como el Hijo descansa sobre la Iglesia, ésta lo hace sobre innumerables eones (60,1-67,37) que han estado siempre potencialmente en el pensamiento del Padre. Estos eones (o emanaciones) son inefables, innombrables, inconcebibles, innumerables, invisibles, llenos de gozo, de la paternidad divina. Estos existen al modo de la descendencia del Padre, es decir no existen por sí mismos. Su motivo de ser es buscar a esa fuente de vida que no han visto pero de la que dependen. Es como un instinto que los hace buscar su origen divino.  El infante mientras que está bajo la forma de un embrión tiene todo lo que es suficiente para sí, por más que todavía no haya visto al que lo inseminó. Por esto poseen esta realidad sólo para buscarla, entendiendo, por una parte, que existe, por otra, queriendo encontrar qué es el que es. Puesto que, sin embargo, el Padre perfecto es bueno, igual que no les concedió que existieran sólo en su Pensamiento, sino que les permitió que asimismo pudieran existir, así también les hace la gracia para poder conocer qué es, o sea, al que se conoce eternamente” (61, 19-40). Estos eones a su vez generan más emanaciones para dar gloria al Padre, todos son así propiedades y poderes del Padre (67,38-74,18). “Innumerables e indivisibles son las generaciones de sus palabras y sus mandamientos y sus Totalidades (de Dios). Él las conoce, las cosas que son él mismo, puesto que están en el Nombre único y todas hablan en el. Y las produce para que en la unidad sola se descubra que existen de acuerdo con cada una de las excelencias” (67,25-38); “Pues todos los que provinieron de él, o sea, los eones de los eones, siendo emanaciones, la prole de una naturaleza generadora, ellos también, por su naturaleza generadora, generan para gloria del Padre, como él fue para ellos la causa de su establecimiento” (67,39-68,10). Estas emanaciones desde el Padre no merman su naturaleza:  “Pero permanece siendo como es, él es como una fuente, que no es mermada por el agua que mana abundantemente de ella” (60, 10-18)

La semejanza de Dios y el abajamiento del hombre

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La serpiente, que tienta a la mujer en el Gn 3, se describe como la más astuta de los animales… A parte de la mala prensa que tienen las serpientes, ¿por qué se le describe como en estos términos? ¿Por qué esa enemistad con los hombres? ¿Qué le habíamos hecho a las serpientes para que nos traten de esa manera? Bromas aparte, para desentrañar el significado de este texto tenemos que reconocer que  la creación del hombre desde el principio responde a circunstancias especiales.  Cuando Dios crea al hombre muestra un interés personal (hagamos al hombre…) que se distingue de la forma impersonal de la creación, por ejemplo, de los animales (produzca la tierra seres vivientes …).  Más aún, el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios…lo que lo convierte en un ser superior no sólo a los animales, sino que a los propios ángeles. Es precisamente a causa de esta imagen que los ángeles son obligados a postrarse delante de Adán. En el apócrifo de La vida de Adán y Eva tenemos el testimonio de Satán que explica su odio a la raza humana. Tenemos que después de la creación,  Dios le dice a Miguel, “¡mirad he creado al hombre a semejanza de mi imagen!” Entonces Miguel llamó a todos los ángeles, y Dios les dijo: “Venid y postraros delante del dios que he creado”. Miguel se postró el primero. Él me llamó [está hablando Satán] y me dijo: “Tú también, postraos delante de Adán”. Yo le contesté: ¡salid de aquí, Miguel! Yo no me postraré delante de aquel que ha nacido después de mí, porque yo soy primero. ¿Por qué sería apropiado para mí postrarme delante de él?”. Los otros ángeles que estaban conmigo escucharon esto y mis palabras les parecieron correctas y tampoco se postraron delante de Adán (13,1-14,3). Un elemento importante en este relato es el significado de la imagen divina que ostenta Adán y que provoca la envidia del ángel Satán. La imagen divina implica el ser exaltado sobre los ángeles. Ahora bien, la paradoja, y al mismo tiempo la gran profundidad teológica del relato, radica en que esta imagen  o exaltación se realiza a través del abajamiento y anonadamiento. La humillación precede a la exaltación. Esto es lo que Satán, y más tarde Adán, no comprendieron…para ellos la imagen y exaltación pasa prescindiendo del abajamiento. No sucede lo mismo con el Himno de los Filipenses, donde la dinámica humillación-exaltación queda claramente establecida configurando la semejanza de Cristo como segundo Adán. Y no solamente en el Himno  de los Filipenses, sino que también a lo largo del Gn en general. Pensemos, por ejemplo, en Rebeca, la esposa de Isaac, a quien Dios dice: Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos se dividirán desde tus entrañas; un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor (Gn 25,23). El mayor ha de servir al menor…es la historia de Cain y Abel, de Jacob y Essau, de José y sus hermanos, etc. Esa es la vocación de Israel en relación a las demás naciones para así realizar las bendiciones que a través de ella Dios quiere derramar (Gn 12, 1-3). Es lo que una y otra vez repiten los evangelios…los últimos serán los primeros. Esa es la vocación adámica…realizar la imagen de Dios. Satán no puede comprender esta dinámica. También Adán está lejos de captar el significado de ser imagen. La serpiente, a pesar de ser la más astuta de los animales, se encuentra aún más lejos de la adecuada comprensión. Para más detalles: Gary Anderson, The Genesis of Perfection, p.21-29.

El objetivo de Pablo: la predicación de un misterio

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La teología protestante ha influido en que para mucha gente el quid de la predicación paulina se encuentre en la idea de la justificación por la fe. No creo que esto sea así. La misión de Pablo se puede describir como la trasmisión, especialmente a los gentiles, de un misterio (secreto de origen divino)que le fue revelado directamente por Dios. Pablo termina su carta a los Romanos (16,25-26) alabando a Dios en los siguientes términos: Y a aquel que es poderoso para afirmaros conforme a mi evangelio y a la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que ha sido mantenido en secreto durante siglos sin fin (25),pero que ahora ha sido manifestado (26)…al único y sabio Dios, por medio de Jesucristo, sea la gloria para siempre. Amén(27). Entonces, la predicación de Pablo a los gentiles versa sobre el misterio de Dios que le ha sido revelado en estos últimos tiempos, misterio que tiene que ver con la transformación del creyente o, lo que es lo mismo, su glorificación. Pablo escribe: Hablamos de la sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta que, desde antes de los siglos, Dios predestinó para nuestra gloria (7); la sabiduría que ninguno de los gobernantes de este siglo ha entendido, porque si la hubieran entendido no habrían crucificado al Señor de gloria (1Cor 2,7-8 ). El quid de la predicación de Pablo no es sobre la justificación por la fe, sino la glorificación del creyente. La justificación es importante, no cabe duda de ello, de hecho los primeros 7 capítulos de Romanos versa sobre la justificación por la fe en (de) Jesucristo tanto para judíos como para los paganos, justificación que te habilita a estar delante de Dios y salvarte de su ira, sin embargo, esta justificación es sólo el medio o preámbulo de lo que realmente importa, y que Pablo trata en el capítulo 8: la glorificación del creyente (o la divinización dirán los ortodoxos). Y es que la fidelidad de Jesús y su muerte, eran parte del plan secreto de Dios en cumplimiento de sus promesas, en el marco de la teología de la Alianza (justicia de Dios), para exaltarlo y convertirlo en el primogénito de la nueva familia de Dios. En Rm 8,17-18 Pablo escribe que los creyentes son  herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Él (17). Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada (18). 

La oración de Jesús: Sn Juan Climaco

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El camino ortodoxo pasa por la oración de Jesús...a cada momento, en cada situación... volver a ella...desde donde sea que te encuentres. No dejes que la mente se escape. Vuelve, vuelve...no importa donde te encuentres. Hoy no es fácil encontrar maestros de la oración de Jesús...aunque los hay. Volvamos a los maestros del pasado. Sn Juan Climaco (VI-VII) fue abad del monasterio de Sta. Catalina del Monte Sinaí. Su obra maestra es  La Escalera, en ella leemos: Trata de restaurar, o más exactamente, de encerrar tus pensamientos en las palabras de la oración. Si, debido a su infancia, estas palabras te aburren y sorprenden, continuad. La mente por naturaleza es inestable. Sin embargo, Él, que gobierna sobre todas las cosas, puede controlarla. Si adquieres esta práctica y constantemente te atañes a ella, Él, “que ha puesto límites al mar” de tu mente, va a decirle durante tus oraciones: “"Hasta aquí llegarás, pero no más allá” (Job 38:11). Es imposible atar a un espíritu. Sin embargo, donde el Creador de tal espíritu está presente, allí todos le obedecen. …El comienzo de la oración consiste en desterrar, tan pronto como aparecen,  los pensamientos que llegan a nosotros; en el medio, quedaos solo en las palabras pronunciadas vocal o mentalmente (28,17-19) (p. 214) . En el capítulo dedicado a la obediencia ( La Escalera 4, 92. p.45) San Juan también escribe sobre la oración de Jesús: Constantemente lucha con tus pensamientos y cuando estos son llevados de aquí para allá, recógelos todos juntos. Dios no le pide a los novicios una oración completamente libre de distracciones. No desesperéis cuando vuestros pensamientos están distraídos, más bien permaneced en calma y sin cesar recoge tu mente en sí misma”. La oración de Jesús supone el descender con la mente en el templo que es el propio corazón y desde allí ofrecer la oración llena de gracia y poder. Una cosa es mirar constantemente  hacia el corazón, y otra es confiar la contemplación del corazón a la mente, esta es como un príncipe y un obispo que ofrece sacrificios espirituales a Cristo (La Escalera, 28,51 p.218). Finalmente, sed perseverantes en la oración de Jesús: Pedidla con lágrimas, buscadla con obediencia, tocad (la puerta) con paciencia. De esta manera “aquel que pide recibe, aquel que busca encuentra, y aquel que toca (la puerta) le será abierta” (Mat 7,8) (La Escalera 28,57, p.30).

Hasta Diciembre...rezad por mí!!


La Sabiduría en las fuentes sapienciales y Barbelo en el Apócrifo de Juan.

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La influencia de la tradición sapiencial en el mito gnóstico es fuerte. Por ejemplo, consideremos la relación de Barbelo, como la primera emanación Dios en el Apócrifo de Juan, con la Sabiduría, quien es la primera criatura divina de acuerdo a la tradición sapiencial. En ambos casos, Barbelo y Sabiduría,  el género es femenino. Además, la primera reacción de ambas, cuando aparecen ante Dios, es alabarlo “pues gracias a Él había llegado a la existencia” (ApJn P.5). También recordemos que Barbelo, al igual que la Sabiduría, es distinta a Dios, y al mismo tiempo, idéntica a Él. Por ejemplo, en el ApJn P.4 se nos dice de la Sabiduría  que “Su luz brilla como su Luz” y en Sab 7,26 que “Es reflejo de la luz eterna,  espejo nítido de la actividad de Dios  e imagen de su bondad”. Sabemos que Barbelo es el primer pensamiento, la imagen de aquel. Ella fue la matriz del todo, pues existió antes que todos ellos, madre, padre, hombre primordial, espíritu santo, el triple varón, la triple potencia, el triple nombre, el andrógino, el eón eterno entre los invisibles, el primer principiado (ApJn P. 5). En el Apócrifo de Juan, la Sabiduría es femenina, lo que se expresa en el hecho que los eones emanan a partir de ella; pero también Madre-Padre, el triple varón, el Primer Hombre. Aunque no de manera tan exagerada, también la Sabiduría cumple distintas funciones en Filón de Alejandría: esposahijapadre y madre, o logos.

La Sabiduría, lo mismo que la sabiduría menor en la tragedia gnóstica,  aparece como el eón desde el cual emerge el mundo material  y como la redentora que liberará al hombre a reconocer y volver a su origen espiritual.  En este punto la gran diferencia entre la tradición sapiencial judía y el gnosticismo está en la valoración del mundo material.  La primera no es explícita en cuanto a la imperfección y deplorabilidad del mundo material; la segunda es clara respecto al quiebre entre el mundo material y el espiritual, entre Dios y el mundo, entre Barbelo y la sabiduría menor. Aun así, la relación entre Barbelo y la sabiduría menor sigue siendo estrecha. Es Barbelo quien envía a la sabiduría menor como ayudante y reveladora de Adán. Al final de la obra es Barbelo quien desciende al mundo material para redimir a los hombres. Barbelo es la sabiduría menor, y viceversa. Yo, suprema inteligencia perfecta del todo, me transformo en mi simiente. Yo preexisto y voy por todos los caminos. Yo soy la abundancia de luz, el pensamiento del Pleroma. Yo he penetrado en la magnitud de la oscuridad y he resistido hasta ponerme en medio de la cárcel. Y los fundamentos del caos retemblaron y yo me escondí de ellos a causa de su perversidad, y ellos no me conocieron.

Volví por segunda vez. Me puse en camino apartándome de los seres luminosos y penetré hasta el fondo de la oscuridad y hasta el interior del infierno para ocuparme de mi designio. Y los fundamentos del caos retemblaron para precipitarse sobre los que se hallan en el caos y aniquilarlos. Y de nuevo remonté hacia mi raíz luminosa a fin de evitar que fueran destruidos a destiempo.


Por tercera vez me puse en camino-yo soy la luz en la luz, yo soy el pensamiento de la suprema inteligencia- para descender hasta el fondo de la oscuridad y hasta el interior del infierno. Llené mi rostro de la plenitud del eón (superior) y penetré hasta el fondo de la cárcel de aquellos- que es la cárcel del cuerpo- y dijde: “Quien me oiga, que se levante del sueño profundo” (P. 30-31). Para más detalles: Peter Schäfer, Mirror of His Beauty, Feminine Images of God from the Bible to the Early Kabbalah, Princeton University Press, Princeton, 2002, p. 58-72.

Los Salmos de Salomón, el Hijo de Dios y los conflictos sociales

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Uno de los títulos de Jesús más importante en el Ev. de Mateo es el de Hijo de David el que tiene relación con el concepto de Reino de Dios. En el Ev. de Marcos, a su vez, Bartimeo el ciego saluda a Jesús como Hijo de David inmediatamente antes de su entrada triunfal a Jerusalén (Mc 10,47-48), lo mismo que la multitud  en la ciudad santa (11,10). ¿Si esto es así, por qué Jesús cuestiona tal título en Mc 12,35-37?  Una de las razones estaría en el acento político que tal título tenía en el siglo I. Los Salmos de Salomón nos abren una ventana para entender algunos acontecimientos históricos previos a la era cristiana que iluminan la denominación Hijo de David. El contexto es la lucha por el trono en la dinastía hasmonea entre los hijos de Alejandro Janei (que reinó y fue sumo sacerdote entre 103 y el 76 a.c) y Salome Alejandra (quien fue reina rejente entre el 76 y el  67 a.c.): Hircano, el primogénito, y Arístobulo, el hermano menor. Este último, a la muerte de su madre, se había precipitado a tomar el poder haciendo que su hermano mayor huyese de judea para pedir refugio y ayuda al Rey  Aretas en Petra. La ayuda militar proporcionada fueron 50.000 hombres quienes empujaron al ejército de Arístobulo a refugiarse tras las murallas de Jerusalén. En este punto muerto del conflicto, ambos pretendientes, se dirigieron a los romanos (en la figura de Pompeyo) para que definiera la balanza. El ejército romano no se dejó rogar e intervino en el 64 a.c. En un inicio Pompeyo es bienvenido por ambos bandos: los gobernantes de la tierra salieron a encontrarlo con alegría. Le dijeron: “¡Bienvenido es tu viaje!Ven, entra en paz”. …El entró como un Padre entra en la casa de su Hijo, en paz. Y posó su pie con gran seguridad. Tomó posesión de sus torres fortificadas y de las murallas de Jerusalén (8,15-19). Sin embargo, los seguidores de Aristobulo se rebelan y se refugian en el monte del templo. El ejército romano, entonces, rodea el templo y parte de Jerusalén y lo vence luego de tres meses Es conocido el hecho que una vez entrar en la ciudad santa, el general romano se dirigió al templo y fue directamente al Santo de los santos.  Esto produjo horror en los partisanos que defendieron el templo: el extranjero se convirtió en un orgulloso …y derribó las murallas con sus arietes, y vosotros no lo resististeis. Naciones extranjeras subieron a vuestro altar, ellos de manera arrogante ascendieron a éste con sus sandalias (2,1-3). Como sea, Judea pasó de ser un estado independiente a una provincia dependiente del gobernador de Siria. Hircano fue nombrado Sumo Sacerdote, pero se le negó cualquier pretensión real. Aristobulo fue arrestado y llevado a occidente (17,12).

Este es el contexto histórico de los Salmos de Salomón, compuestos por partisanos que defendían Jerusalén y el templo y que se consideraban como justos enfrentados a los injustos o pecadores. No pertenecían a ningún partido, ni a Hircano, tampoco a Aristobulo.  Sólo pretendían defender el honor de Jerusalén. De hecho en este texto se critica sin distinción a quienes han profanado completamente el santuario del Señor (Sa Sal 1,8). Y es que los hijos de Jerusalén han contaminado el santuario del Señor y profanado las ofrendas a Dios con acciones contrarias a la Ley (2,3; ver también: 8,11-12). La dinastía Hasmonea es duramente criticada por el (o los) autor. Señor, Tú elegiste a David para ser Rey sobre Israel, y le juraste respecto a su descendencia que su reino no caería jamás delante de ti (2Sam 7, 14-16). Sin embargo, debido a nuestros pecados, los pecadores se levantaron contra nosotros…ellos tomaron posesión por la fuerza y no dieron honor a tu glorioso nombre. En su orgullo levantaron un reino en esplendor, ellos desperdiciaron el trono de David en la arrogancia de su suerte (17,4-6). En general, estos partisanos avocan por la legitimidad de la dinastía de David esperando al que llaman Hijo de David. Este es el primer texto donde el título Hijo de David tiene un claro sentido político-mesiánico. Otro título utilizado es el del ungido (17,32; 18,5.7) quien va a purificar a Israel de los paganos que no viven bajo la Ley (17,22-24. 30b. 36.b) utilizando, incluso, armas no convencionales como su Palabra (17,24; Ap 19,11-15).Pero no solamente la dinastía hasmonea o los paganos son criticados, también lo son los sacerdotes que sirve en el templo. Estos son acusados de ofensas sexuales (2,13; 8,9-10). Todos estos pecadores son castigados por Dios quien trae a un hombre desde el confín de la tierra (Pompeyo) para derribarlos con fuerza (8,15). En otro fragmento se específica que este hombre es extraño a nuestra raza (17,7). La idea es que el pueblo ha aprendido su lección (3,4; 7,3.9; 8,26.29; 10,1-4; 13,7.10; 14,1-2; 16,4. 11-15), se quiere convertir, y llamar a la piedad y misericordia de Dios (8,25-27).


Ahora bien, ¿quiénes son estos partisanos? Es posible que sean fariseos. Algunas razones que apuntan en esta dirección es la creencia en la resurrección del justo (3,12); tienen una doctrina balanceada entre predestinación y responsabilidad humana (5,4; 9,4-5); no fomentaban una rebelión armada abierta, pero sí esperaban la inminente intervención de Dios a través de su Mesías, Hijo de David; consideran a las sinagogas como lugares de culto y reunión importantes (10,6-7; 17,16.43); los intereses respecto a la oración, el ayuno, la pureza moral y ritual en la vida cotidiana son típicos de los fariseos (3,7); la invitación a la constante meditación de los juicios de Dios, rezar constantemente por las necesidades humanas, y la confianza en la respuesta de Dios son también aspectos que caracterizan a los fariseos (3,3; 5,5.8. 12; 6,1-2. 4-5; 7,7; 9,6; 15,1).

El Templo, el Sacerdocio, el Sábado y la Circuncisión en el libro de los Jubileos

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El libro de los Jubileos en su forma actual fue redactado hacia el 160 a.c.  y fue considerado como “canónico” para las comunidades del Qumrán. La estructura del libro se construye en torno a la revelación dada por el ángel de la Presencia a Moisés en el Sinaí (2,1) y tiene un claro sentido pedagógico o instructivo (1,5-18; 6,38; 13,25-26). El templo y el calendario que lo rige (el solar) tiene una importancia muy grande en este documento tal como lo hemos estudiado en otra entrada.  En este mismo libro la linea sumo sacerdotal es comenzada por Adán y  la continua Abraham quien también tiene varios de estos rasgos cuando ofrece su ofrenda al Dios Altísimo: En el jubileo cuadragésimo primero, en el tercer año del primer septenario, volvió Abrán a este lugar y ofreció en él un holocausto, invocando el nombre del Señor: «Tú, Señor, Dios Altísimo, eres mi Dios por los siglos de los siglos» Es importante destacar que dentro de las promesas que Dios le hace a Abraham está la de que Isaac  sería la suerte del Altísimo, habiéndole correspondido estar entre los poseídos por Dios, para que toda su descendencia sea del Señor, pueblo heredero entre todos los pueblos, reino sacerdotal y pueblo santo (16,8). Mencionemos también la oración de Rebeca sobre las bendiciones que recaen sobre Jacob y su descendencia: Alcense por toda la eternidad tu nombre y descendencia; que el Dios Altísimo sea tu Dios, more con ellos el Dios justo, y con ellos sea construido su templo para toda la eternidad (25,21).  En la misma línea el sueño de Leví destaca el carácter sumo sacerdotal del personaje: Leví soñó que lo habían instituido y hecho sacerdote del Dios Altísimo, a él y a sus hijos perpetuamente. Se despertó de su sueño y bendijo al Señor (32,1). Siguiendo a Ex 19,5-6, Jubileos señala que toda la nación, como descendientes de Jacob-Israel, están destinados por Dios a ser un reino de sacerdotes y una nación santa: “pueblo santo es Israel para el Señor, su Dios, pueblo de su heredad, pueblo sacerdotal, real y de su posesión; no debe aparecer tal impureza entre el pueblo santo” (33,20; ver también 16,18).

Además de ser constituidos pueblo sacerdotal y de llevar entre los suyos al sumo sacerdote, los israelitas se distinguen, de acuerdo a los jubileos, por guardar el sábado y ser circuncisos. En los cielos el pueblo sacerdotal lo componen los ángeles quienes se dividen en dos órdenes de acuerdo a su cercanía con Dios. Los más cercanos son los “ángeles de la presencia” y, luego, los “ángeles de la santificación”. Ambos guardan el Sábado en los cielos con Dios, lo mismo que sólo Israel en la tierra es elegido para esta tarea: Me escogeré un pueblo entre todos los pueblos. También ellos observarán el sábado, los consagraré como mi pueblo y los bendeciré. Como santifiqué el día del sábado, así me los santificaré y bendeciré; serán mi pueblo, y yo seré su Dios (2, 19; ver también 2, 31). El Sábado es fundamental para Israel por cuanto la liga con Dios desde el momento que éste los separó de los demás pueblo: Gran honor es el que dio el Señor a Israel: comer, beber y quedar saciados en este día de fiesta y descanso de todo trabajo para el género humano, salvo exhalar aroma y ofrecer hostia y sacrificio ante el Señor de los días y los sábados. Sólo esto puede hacerse en sábado, en el templo del Señor, nuestro Dios, como expiación por Israel en ofrenda sempiterna, día a día, como recordatorio grato al Señor que les será aceptado eternamente, día tras día, según te fue ordenado(50,10-11). 

Además del Sábado, los Israelitas son circuncidados al igual que los ángeles que fueron  creados circuncisos: Todos los ángeles de la faz y todos los ángeles santos tienen esta naturaleza desde el día de su creación' a la vista de los ángeles de la faz y de los ángeles santos santificó a Israel para que estuviera con él y con sus santos ángeles.  Ordena tú a los hijos de Israel que guarden la señal de esta alianza para siempre como norma perpetua, para que no sean desarraigados de la tierra (15,27-28). Por lo tanto hay una correspondencia entre la santidad del sacerdocio de Israel y el de los ángeles en los cielos. Esto se atestigua, entre otras partes, en la bendición de Jacob a los descendientes de Leví: El Señor te dé, a ti y tu descendencia, gran inteligencia de su gloria y te acerque, a ti y a tu posteridad entre todos los mortales, para servir en su templo. Como los ángeles de la faz y como los santos, tal será la descendencia de tus hijos, para gloria, grandeza y santidad; engrandézcalos por toda la eternidad (31,14).


Respecto al templo, el texto nos dice que los descendientes de Jacob serán quienes lo construirán. En este santuario habitará el Nombre del Altísimo: “mi tabernáculo y mi templo, el que me santifique en la tierra para poner mi nombre sobre él permanentemente” (1,10). Ver también: 32,10; 49, 19-21. Este Nombre es el autor de toda la creación: “Yo ahora os conjuro con juramento tan grande que no lo hay mayor, en nombre del Glorioso, Honrado, Grande, Magnífico, Maravilloso y Fuerte, que hizo los cielos, la tierra y todo junto, a que os contéis entre los que lo temen y adoran”. Otros textos explícitamente señalan que el Altísimo es el creador: 12,19; 22,6; 25,11. Para más detalles: C.T.R. Hayward, The Jewish Temple, Routledge, p. 85-92.

La caída del Logos en el Tratado Tripartito

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En entradas anteriores hemos estudiado el rol del Padre,  el Hijo y la Trinidad en el Tratado Tripartito (como modelo del gnosticismo valentiniano) para comparar con el Apócrifo de Juan (como modelo del gnosticismo setiano). En éste último el drama se desencadena cuando la Sabiduría  “deseó manifestarse en una imagen salida de sí misma sin querer del Espíritu, que no lo consentía, y sin su consorte, que no daba su aprobación. Y aunque no lo consentía su personificación masculina, y sin haber obtenido su acuerdo, y a pesar de haberlo premeditado sin el consentimiento del Espíritu…ella siguió adelante” (P.9). Lo que está de fondo es el deseo o pasión desordenada de la Sabiduría que transgrede el orden divino del pleroma desencadenando la realidad material.  Algo parecido sucede con el Tratado Tripartito donde el trasgresor no será la Sabiduría sino el Logos. Este es el último de los eones, su pasión será querer aprehender la incomprensibilidad del Padre. La intención del Logos no es mala, de hecho es lo que todos los eones pretenden. El problema es que el Logos ha actuado sin la anuencia del Padre: “De manera que guardan silencio (los eones) ciertamente sobre la inaccesibilidad del Padre, pero hablan sobre la voluntad de comprenderlo. Esto sucedió a uno de los eones que intentó comprender la inconcebibilidad y darle gloria, y asimismo la inefabilidad del Padre, y era un Logos de la Unidad y era uno” (75, 15-23). Así, el Logos se lanzó para dar gloria al Padre, aun cuando hubiera emprendido algo que superara su capacidad al querer producir un ser perfecto, a partir de un acuerdo en el que no estaba y sin poseer el control. Esta imprudencia se puede explicar porque  este eón era el último al haber sido producido para asistencia mutua y el más joven de edad. En otras palabras,  actuó irreflexivamente, por un amor desbordante. Esta es una diferencia importante al momento de describir esta pasión desordenada, su origen es bueno, sus medios insuficientes. Efectivamente, el Logos quiso comprender a Dios, sin embargo, debido a su insuficiencia, lo que quiso retener y alcanzar lo engendró como sombras, imágenes, y semejanzas (lisiones, faltas de palabra y de luz), porque no fue capaz de sostener la visión de la luz, pero miró a la profundidad y dudó. A partir de aquí hubo una división y una desviación. Lo importante es constatar que  de esta duda y división nacieron olvido e ignorancia de sí mismo y de lo que es (77,10-25). En un lenguaje que nos recuerda el Evangelio de la Verdad, el autor nos dice que lo que había producido (el Logos) se tornó débil como una naturaleza femenina a la que ha abandonado su masculinidad. Porque ciertamente desde lo que era deficiente en el mismo nacieron aquellas cosas que existieron desde su pensamiento y de su arrogancia (78,10-20). Otra diferencia importante con el Apócrifo de Juan estriba en que en el Tratado Tripartito el Padre había producido al Logos para que estas cosas que sabía que eran necesarias sucedieran. Todo se encapsula en el misterio o plan salvífico de Dios. Nada es producto de un azar (76,8-77,8).

 De la acción de querer aprehender al Padre, el Logos genera tres emociones que se corresponden con las distintas realidades: pasiones irracionales (mundo material), arrepentimiento (mundo físico), y alegría (mundo espiritual). Existe una suerte de generación de "mundos", unos contenidos en los otros, que se derivan del Logos. El primero es el orden material que deriva de la generación defectuosa que ha producido su error o sus pasiones irracionales al querer aprehender al Padre. Sin embargo, el Logos se convierte al bien (80,11-85,15) y de esta conversión (arrepentimiento) se genera el orden físico: el logos se desarrolló más y se angustió, sin saber qué hacer: en lugar de perfección vio deficiencia; en lugar de fusión vio división; en lugar de estabilidad vio desorden; en lugar de reposo, agitación. Tampoco le era posible hacer que cesaran en su amor al desorden, ni tampoco destruirlo (8,11-25). Después de la conversión se vuelve a sí mismo a través de plegarias, y es que el Logos era bueno (81, 19-30). Es una plegaria que le lleva a recordar de dónde viene, cual es su verdadera identidad. Esta plegaria de súplica, por lo tanto, era una ayuda para que retornara hacia sí al Todo, porque fue causa del recuerdo de él que a los que habían existido desde el principio los recordara” (82, 1-9). Este arrepentimiento (o nostalgia), se describe más adelante de la siguiente manera: Los seres anteriores, pues, son como olvido y sueño pesado, siendo como los que tienen sueños agitados, a los que sucede que se los persigue mientras que están encerrados por un cerco (82, 30-35). Vivimos en un sueño pesado del cual tenemos que despertar y así alegrarnos del mundo espiritual. Y esta es otra diferencia fundamental con el gnosticismo setiano. En medio de este mundo visible en el cual vivimos también se encuentra la presencia de nuestro verdadero origen en el pleroma divino, a partir del mundo físico (arrepentimiento, añoranza) y el mundo espiritual (la alegría del convertido). Nuestro mundo no es del todo malo para el Tratado Tripartito.

Los Querubines y el Jardín del Edén (Templo de Jerusalén)

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El templo de Jerusalén es un espacio que reproduce la aspiración más profunda del judaísmo: el regreso al paraíso. Un ejemplo de esta conexión entre paraíso y templo se encuentra en la figura de los guardianes del primero, los querubines. En el contexto del medio oriente, los querubines son figuras mitológicas que guardaban el trono del rey o deidad. Es lo que leemos  en Gn 3,24: al oriente del huerto del Edén puso querubines, y una espada encendida que giraba en todas direcciones, para guardar el camino del árbol de la vida (que es el trono de Dios). Estos son los mismos querubines que decoraban el tabernáculo (Ex 26) y el templo (1Rey 6).  En otras tradiciones los querubines no son sólo guardianes, sino que asumen el rol del trono donde se sienta Dios, así sería el asiento de la misericordia o juicio (Nm 7,89; 1Sam 4,4; 2Sam 6,2; 2Rey 19,5; Isa 37, 15; Ez 10; Sal 80, 1; 99,1; 1Cro 13,6). Que Dios se siente sobre un querubín le da más movilidad (Ez 10; 2Sam 22, 11; Sal 18,10). En un texto más tardío como el 3Enoc se identifica el trono de Dios con un querubín: Desde el día que el Santo, bendito sea, expulsó al primer hombre del Jardín del Edén, la Shekinah reside sobre un querubín debajo del árbol de la vida (3Enoc 5,1).  Por último, el querubín en otras tradiciones representa al símbolo del refugio del creyente que se ampra bajo las alas de la deidad (Ex 25,20; Sal 17,8; 57,1; 61,4; 63, 7; 91,4). Para más detalles: Peter Thacher Lanfer, Remembering Eden, p. 128-131.

La "Justicia de Dios" para San Pablo

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Un término importante en la teología paulina es el de “la justicia de Dios”. En Rm 1,16-17 leemos: Porque no me avergüenzo del evangelio, pues es el poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe; como está escrito: MAS EL JUSTO POR LA FE VIVIRÁ.Que la “justicia de Dios” sea un tema importante se confirma en el uso de la expresión a través del crucial argumento de Rm 3,21-26 (21.22.25.26):Pero ahora, aparte de la ley, la justicia de Dios ha sido manifestada, atestiguada por la ley y los profetas;es decir, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen; porque no hay distinción; por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios,siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a través de la fe, a fin de demostrar su justicia, porque en su tolerancia Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente,  para demostrar en este tiempo su justicia, a fin de que Él sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús. (Rom 3:25 LBA)  . Pero, ¿de qué se trata esta “justicia”? Partamos aclarando que el término “justicia” en hebreo es un concepto relacional que implica una serie de obligaciones y deberes a las que un sujeto se compromete al relacionarse con otra persona. Uno es justo o injusto dependiendo de si cumple o no lo obligado en relación a otra persona. La “justicia de Dios”, por lo tanto, implica el cumplimiento de las promesas a las que se comprometió en relación  con Abraham y con Israel como el pueblo elegido. Dios se ha comprometido con Abraham y sus descendientes  sólo a partir de su amor y generosidad. Es una acción gratuita de Dios. La “justicia de Dios” es el cumplimiento de sus promesas en relación a Abraham e Israel en Cristo. La "justicia de Dios" es el cumplimiento de ese misterio de salvación predestinado por Dios y que se manifiesta en Jesús.  Un paralelo iluminador lo encontramos en las reglas de la comunidad del Qumrán (1QS 11, 11-15) donde entender porque Pablo habla de la “Justicia de Dios” como “el poder de Dios para la salvación”: En cuanto a mí, si yo tropiezo, las misericordias de Dios serán mi salvación por siempre; si yo caigo en pecado de carne, en la justicia de Dios, que permanece eternamente, estará mi juicio; si comienza mi aflicción él librará mi alma de la fosa y hará firmes mis pasos en el camino; me acercará por sus misericordias, y por sus gracias introducirá mi juicio; me juzgará  en la justicia de su verdad, y en la abundancia de su bondad expiará por siempre todos mis pecados; en su justicia me purificará de la impureza del ser humano, y del pecado de los hijos de hombre para que alabe a Dios por su justicia y al Altísimo por su majestad. 

El Padre Nuestro y la Amidá (18 Bendiciones)

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Las 18 bendiciones o Amidá es una de las oraciones judías más importantes. Los judíos piadosos la rezaban todos los días junto con la Shema (ésta al levantarse y al acostarse). El nombre de las 18 bendiciones se debe a que al final de cada estrofa se repite la formula “bendito quien…”. Las tres primeras bendiciones  son doctrinarias:  

#1 Dios es el escudo de los padres;
#2 Dios es quien da la vida y resucita;
 #3 Dios es el único Santo. 

Las últimas tres bendiciones  son acciones de gracias y promesas:

#16, sus siervos van a hacer su voluntad; 
#17, sus siervos van a dar las gracias;
 #18 Dios les va a retribuir con la paz.




 La bendiciones del medio son peticiones: #4 entendimiento; #5 arrepentimiento; #6 perdón;
#7 redención; #8salud;  #9 prosperidad; # 10 la unión de Israel; #11por los gobernantes; 
#12contra los apostatas; #13 por los conversos; #14 por Jerusalén; #15 termina con la frase “escucha nuestras oraciones”. 

Como se puede apreciar, las bendiciones son un buen extracto de teología farisea. Se dice que esta oración tiene sus orígenes en los hombres de la Gran Sinagoga (b.Ber 33ª) o en los 120 ancianos y profetas (b.Meg 17b). Esto significaría que el origen es posterior a la destrucción del templo. Esto también se atestiguaría por un argumento tradicional que relaciona la experiencia de la expulsión de los cristianos de las sinagogas (Jn 9,22; 12,42; 16,2) con la bendición número 12 que es una maldición contra los minim o los nazarim o ambos. Ahora bien, hoy en día los especialistas tienden a pensar que las 18 bendiciones tienen un origen más temprano. Referencias a estas oraciones se encontrarían en 1Mac 12,11  o Eclo 36,1-17; 51,21-35 (versión hebrea) y 2Mac 1,24-29. Retrotraer el origen de las 18 bendiciones no significa que se conociesen en el tiempo de Jesús al modo como las trascribieron los rabinos en la versión palestina (algo antes que el 70dc) o babilónica (más tarde que el 70). Significa que las temáticas y las oraciones de las 18 bendiciones estaban presentes, quizás en distintas versiones, en la vida piadosa de algunos grupos en Israel. El N.T. da fe de ello, por ejemplo, el caso de la resurrección y el Padre Nuestro.

En la versión palestinence (Genizah #2) leemos: Tu eres poderosohumillas al orgulloso; eres Fuerte, y juzgas al violento; mantienes la vida por siempre, resucitas a los muertos;  haces soplar al viento y caer al rocío; sosteniendo la vida, reviviendo al muerto. Como el parpadeo de un ojo haces que tú salvación brote. Bendito seas Señor, que revives al muerto. Hemos subrayado lo que los especialistas, siguiendo el método crítico, retrotraen al tiempo de Jesús. La cuestión es notar las coincidencias entre este texto y la referencia que hace Pablo de la resurrección en 1Cor 15,52 o con la lista de las cosas que hace Jesús a Juan el Bautista en M 11,5 y Lc 7,22. Hay un marco referencial común que hace pensar que esta segunda bendición era conocida de diversas formas en el tiempo de Jesús.


También el Padre Nuestro se puede interpretar como un resumen de las 18 bendiciones. Y es que sabemos que antes que se formalizaran como tal existían distintas versiones, unas largas, otras abreviadas, de la misma. Por ejemplo, m.Ber. 4.3, un texto un tanto posterior al 70 nos dice que en esa época, si bien había consenso sobre el contenido de las 18 bendiciones, no estaba claro su forma o si se podía rezar algún abstracto de ellas. Rabban Gamaliel dice: Cada día el hombre reza las 18 bendiciones. Rabí Joshua dice: Un abstracto de las dieciocho. Rabí Akiba dice: Si su oración fluye de su boca, él debe rezar las 18 bendiciones, sino un abstracto de ella. ¿En qué consistía este abstracto? No lo sabemos bien. Es probable que no hubiese consenso. El punto es que existía la idea de un abstracto a las 18 bendiciones. Un ejemplo lo encontramos en t.Ber. 3.7  conocido como el de Eliezer: Rabí Eliezer dice: Que se haga tu voluntad como en los cielos y danos el alivio del espíritu a quienes te temen y hace el bien en tus ojos. Bendito es quien escucha en la oración. Pero dado este contexto es presumible pensar en el Padre Nuestro como un abstracto de las 18 bendiciones compuesto para el grupo de Jesús. Como toda oración judía el Padre Nuestro hace referencia al nombre de Dios y su reino, a la santidad de Dios (como en las distintas versiones del Quiddush), se pide por la Voluntad de Dios (ver el abstracto de Eleazar a las 18 bendiciones), por la comida (#9), por el perdón (#6). Una de las originalidades del Padre Nuestro estaría dado por la petición del perdón de Dios en la medida del perdón humano.  

La encarnación como fundamento de la divinización

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La vocación humana para la teología ortodoxa se juega en su divinización, esto es,  el hacerse  a la imagen    del Hijo, reflejar su gloria. Un aspecto interesante de la divinización  en Gregorio Palamas, el gran teólogo ortodoxo,  es su carácter físico o natural. Esto significa que la divinización tiene su fundamento en la encarnación: Porque el Logos llego a ser carne, y la carne llegó a ser el Logos, a pesar que ninguna abandonó su propia naturaleza (Tomos Synodikos 1, 9, PG15, 683B). Cristo es el fundamento de la divinización, ningún esfuerzo humano es capaz de realizarla. Cuando el Logos de Dios asumió la naturaleza humana,  le concedió a ésta la plenitud de su gracia y la liberó de los límites de la corrupción y la muerte. La divinización del hombre deriva, entonces, de la unión hipostática del Logos con la naturaleza humana.  Dios no renovó nuestra hipostasis (que siempre es individual, tantas como hombres existen), sino nuestra naturaleza que Él asumió, uniéndose a ella con su propia hipostasis” (Homilia 5, PG 151, 64BC). Y es que la carne de cristo, siendo el cuerpo del Logos de Dios encarnado, es el punto de contacto del hombre con Dios y el camino que nos conduce al Reino de Dios.  Tal como había indicado Atanasio,  así como después de la desobediencia de Adán todos los hombres fueron conducidos a la corrupción, la carne de Cristo, siendo el cuerpo del Logos encarnado, fue la primera en ser liberada y salvada; y luego, nosotros siendo un cuerpo con Él, somos salvados en Su cuerpo; porque en Su cuerpo Cristo nos conduce al Reino de los cielos y hacia su Padre (Contra los Arrianos 2, 61, PG 26, 277B). A través de la divinización de la naturaleza humana de Cristo, dirá Palamas,  una nueva raíz fue creada, una raíz capaz de instalar vida e incorruptibilidad (Defensa de los Hesicastas 3, 1, 33). Por lo tanto, así como los hombres descendientes de Adán automáticamente están unidos a la vieja raíz de la corrupción y la muerte, los hombres que se unen a través del bautismo y la eucaristía a la nueva raíz que es Cristo se regeneran en Él (Capítulos Naturales 54, PG 150, 1160D). Ahora bien, con estas reflexiones Palamas no está negando el valor soteriológico a la muerte y resurrección de Jesús. Al contrario, cuando Palamas habla de la encarnación, él está entendiendo todo la vida de Cristo, sus enseñanzas, sus milagros, su muerte, su resurrección y ascensión. Lo mejor de todo, o más bien, lo incomparable y lo único es la encarnación de nuestro Señor Jesucristo, y sobre todo la consumación de ésta a través de la pasión salvadora y la resurrección….Porque todo lo que se necesitaba para nuestra salvación fue realizado: la perfecta dispensación del Hijo de Dios en la carne, sus enseñanzas inspiradoras, las consecuencias de sus actividades milagrosas, la entrega de su cuerpo divino, el sacrificio divino, la resurrección después de tres días, el inicio de la vida eterna y el gozo que él confiere en Dios (Homilia 41, PG 151, 521CD). Esto es realmente importante por cuanto se juega la salvación del hombre. Así lo piensa Palamas siguiendo a Atanasio. Cuestionar la divinidad de Cristo, y por lo tanto la importancia de la encarnación en toda su extensión, es poner en cuestión la divinización del hombre. Y es que si Cristo fuese un hombre creado, Él no podría unir otras creaturas con Dios, porque Él mismo estaría en necesidad de tal unión (Contra los Arrianos 2, 67 y  69). O en palabras de Gregorio de Nazianzus: Lo que no es asumido no es sanado; pero lo que Dios ha unido eso ha sido salvado (Carta 101, PG 37, 181 C- 184ª). 

La personificación de la Shekhinah en la mística judía

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Uno de los puntos de inflexión más importantes en el desarrollo de la mística judía se da a través de la personificación e independencia  de la Shekhinah respecto a Dios. La raíz hebrea shakhan implica “habitar”, “permanecer”, “residir”, y se le define como la “presencia de Dios” en medio del pueblo de Israel, especialmente en el templo. Como muchas de las características personificadas de Dios (como su Gloria, o nombre), la Shekhinah se identifica con la divinidad, como es el caso de Ex 25,8: Hazme un santuario, y moraré entre ellos. Dios es la Shekhina, pero al mismo tiempo subraya un modo de ser de Dios que tiene "vuelo propio". Sin embargo, con el desarrollo del pensamiento rabínico, después de la destrucción del segundo templo, vemos cómo la Shekhina se va distinguiendo, progresivamente como entidad independiente, de Dios. Leamos el siguiente midras que versa sobre el Sanedrin celestial que quiere contar a Salomón entre los reyes de Israel que será condenado en el mundo por venir. En este punto interviene la Shekhina en su favor: Otra interpretación: “¿Has visto un hombre hábil en su oficio? Estará al servicio de reyes” (Prov 22,29). Cuando el Sanedrín buscaba incluir a Salomón entre los tres reyes y cuatro comuneros [a los cuales se les ha denegado un lugar en el mundo venidero], la Shekhina se paró delante del Santo, alabado sea, y le dijo: Señor de los dos mundos, ¿has visto tú a alguien tan diligente haciendo tu trabajo? Y así y todo, ellos quieren contarlo entre aquellos condenados a la obscuridad eterna”. En ese momento una voz celestial vino diciéndoles: “Él será reconocido entre los reyes; el no será reconocido entre aquellos condenados a la obscuridad eterna” (Prov 22,29) (Midras Mishle 22). En este texto sí encontramos una clara distinción entre la Shekhina y Dios, aunque, y este punto es importante, sin las características femeninas que la convertirán, más tarde, en la amada de Dios.

Otro paso adelante en esta configuración de la mística judía de la Kabala la encontramos en el siguiente midras de la Pesiqta Rabbati  31 donde “Gloria” y “Shekhina” substituyen al mismo Dios: Otro comentario: “Si yo te olvidara, Oh Jerusalén” (Salm 137,5). Cuando Israel fue al exilio, la Shekhinah fue al exilio con ellos. Los ángeles ministrantes le dijeron a Dios: “Señor del Universo, Tu Gloria  está en tu lugar- no desprecies a tu Shekhinah”. El Santo, bendito sea, replicó: “¿A caso no hay cosas estipuladas entre Israel y yo? Yo estipulé con sus padres que Yo estaría con ellos cuando ellos no estuviesen bien; y cuando ellos no estuviesen bien, Mi Gloria estaría con ellos, como está escrito: “Cuando existan problemas yo estaré con él” (Salm 91,15). Lo que está diciendo este texto es que la Gloria-Shekhinah está en la tierra en lugar del mismo Dios. Si tú la abandonas en la tierra junto con el pueblo exiliado de Israel (lejos de la tierra, lejos del templo), la estarás despreciando y humillando. Por supuesto, aquí se supone una distinción entre Dios y su Shekhinah.

Y el último paso lo encontramos en el tardío midras de Seder Eliyyahu Rabba, donde Dios es redimido del exilio junto con Israel como consecuencia del hecho que la Shekhinah había permanecido con el pueblo durante el ostracismo. No más, de quien ha actuado con justicia, haciendo la caridad, y, por lo tanto, preservando muchas vidas, las Escrituras dicen: “Él ha redimido mi alma a través de la paz” (Salm 55,19). Cuando tales actos son realizados, el Santo, bendito sea, dice: “¿Quién es el hombre que me redime a mí, a mi Shekhinah y a Israel de los adoradores de ídolos? Este es el hombre que ejercita la justicia y hace la caridad. En definitiva, y como hemos visto en otras entradas, esta personificación de la Shekina es fundamental para entender la dinámica erótica que se da entre ésta y Dios en la mística medieval judía 

La redención en el Tratado Tripartito

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Hemos estudiado en otras entradas el concepto de Padre, Hijo e Iglesia  en el Tratado Tripartito, un documento gnóstico de carácter valentiniano. También nos detuvimos,  en el mismo libro, en el mito de la caída del Logos como origen de la creación material. El desorden y  las pasiones están en la base de esta realidad ilusoria en la que nos movemos y sobrevivimos. Ahora bien, todo mito gnóstico contempla la posibilidad de salvación a partir del conocimiento que el sujeto tiene de sí mismo. Dos ideas son fundamentales en este sentido. La primera es reconocer en nosotros, además del cuerpo y el alma, una semilla espiritual que proviene de Dios. Es como un instinto que nos recuerda el lugar donde realmente pertenecemos. Hay que dejar atrás el miedo, la perplejidad, el olvido, el estupor, la ignorancia puesto que son pasiones viles que nos mantienen atados al mundo material y que han nacido por un pensamiento arrogante y por deseo de dominación, desobediencia y falsedad” (97,39-98,11). El creyente (o los espirituales) se reconocen como los “elegidos” y “llamados” desde una realidad espiritual superior.  La segunda dice relación con la acción redentora del Salvador que nos recuerda a los creyentes (o Iglesia material) que somos imagen de la Iglesia Espiritual y que estamos llamados a unirnos eróticamente, como en una cámara nupcial, con ella. La cuestión es la siguiente, cuando el Logos se arrepiente de la pasión  por conocer al Padre y que ha conducido a la creación defectuosa del mundo material se redime cuando contempla la visión del Hijo y del Salvador que emana del Pleroma. Esta visión le produce tal alegría que genera una región intermedia, entre el mundo material y el mundo del Pleroma, que se llama Iglesia espiritual. Esta iglesia espiritual se tiene que entender como la representación celestial de los predestinados que conforman la iglesia material. No hay que confundir esta Iglesia espiritual con la Tercera emanación de la trinidad  gnóstica. Es sólo una imagen de esta. Pues bien, cuando el Hijo desciende a la tierra para redimir al género humano se encarna revistiéndose de esta Iglesia espiritual de modo que los creyentes (iglesia material) reconozcan en Jesús su contrapartida espiritual (Iglesia espiritual). Jesús viene a despertar y recordar en cada miembro de la Iglesia material que tienen una contrapartida celestial (o angelical si se prefiere) con la que están llamados a unirse para completar la imagen perdida. En otras palabras, la naturaleza espiritual es revelada en cada creyente espiritual cuando Jesús brilla (118, 21-28) y cuando brilla actualiza a la iglesia espiritual que existía arriba en la hasta ahora escondida identidad colectiva de los espirituales.  “Ahora bien, en todo lo demás que compartía con éstos, que son caídos y que recibieron la luz, vino siendo eminente, porque sin pecado, sin mácula y sin desdoro se sometió a ser concebido... Pero él ha tomado también para sí lo que vino de los que anteriormente hemos dicho, que llegó a ser desde la visión irradiante y el pensamiento inmutable del Logos que se ha vuelto hacia sí mismo, después de su movimiento, en vista de la organización” (115,23-116,5).

Jesús el pacifista (Salmos de Salomón)

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En otra entrada veíamos como los Salmos de Salomón nos ayudan a entender algunos aspectos del contexto de la predicación de Jesús: la posición de algunos fariseos radicales a la caída de la dinastía hasmonea y al recién estrenado poder romano,  y cómo entendían el reinado de Dios. Esto es importante porque estos fariseos comparten con Jesús mucho de las expectativas mesiánicas. Los fariseos estarían muy de acuerdo con Jesús cuando éste proclamaba el reino de Dios y llamaba a aceptar que el reino de David nuestro padre está llegando. La diferencia, sin embargo, entre Jesús y los autores de los Salmos de Salomón radica en que para el primero el reinado de Dios no se inaugura a través de la violencia. Y es que para los fariseos que están detrás de la obra apócrifa el Hijo de David tendría primero que purificar Jerusalén y el Templo de judíos impíos y de paganos antes de reinar. Esto implicaba necesariamente el uso de la violencia. Sin embargo, si bien los medios son distintos (Jesús el pacifista y algunos farieos más violentos), las expectativas son las mismas. Estas expectativas estuvieron presentes a lo largo del ministerio de Jesús (Mt 12,23;20,20-21;  Mc 8,31-33; 10,35-37.46-48; Lc 24,21).  El mismo Jesús pudo haber compartido parte de las premisas, como por ejemplo el que se restituyan las doce tribus con poder para juzgar a judíos y gentiles (Mt 19,28; Lc 22,30). Sin embargo, Jesús no sólo va a rechazar la violencia, sino que va a cuestionar la validez del título hijo de David: Por qué dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?  David mismo dijo por el Espíritu Santo: "EL SEÑOR DIJO A MI SEÑOR: 'SIÉNTATE A MI DIESTRA, HASTA QUE PONGA A TUS ENEMIGOS DEBAJO DE TUS PIES.'" David mismo le llama "Señor."¿En qué sentido es, pues, su hijo?  (Mc 12, 35-37ª). En este importante texto Jesús rechaza que la concepción mesiánica en el sentido de restaurar la monarquía davídica y la independencia de Judea. La idea del mesías que tiene Jesús es otra…es más amplia. Y esta amplitud pasa necesariamente por la idea de la permanencia de los gentiles en la tierra de Israel. Esta idea se expresa dramáticamente en la escena de la purificación del templo. Recordemos que con la renovación que hizo Herodes del Templo la corte de los gentiles, donde estos podían permanecer, además de hacer negocios, se amplió considerablemente. Es precisamente aquí donde Jesús realiza su acto profético exclamando: ¿No está escrito: "MI CASA SERÁ LLAMADA CASA DE ORACIÓN PARA TODAS LAS NACIONES"? Pero vosotros la habéis hecho CUEVA DE LADRONES (Mc 11,17 ).  Esto quiere decir que Jesús entendía la corte de los gentiles como parte del Templo, una postura, por cierto minoritaria. De algún modo los gentiles también participan de la santidad (aunque en menor medida) del pueblo de Israel. En ese sentido Jesús estaría de acuerdo con una visión escatológica como la que encontramos en Isaías donde los gentiles también suben a Jerusalén a adorar al Dios de Israel (Mt 8, 11-12). Para más detalles: David A. deSilva, The Jewish Teacher of Jesus, James, and Jude. 

Israel pueblo de sacerdotes y reyes en Jubileos

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En otra entrada comenzamos a estudiar el tema del sacerdocio en el libro de los Jubileos. Comenzamos señalando que la línea sacerdotal defendida por el autor legítima el  sacerdocio a través de Noé y luego a través de Abraham. Pero el linaje no se detiene allí. De Isaac se nos dice que guardaba la fiesta de las Shabu´ot  (semanas o primicias) al igual que su padre Abraham.  Más adelante, tenemos que Jacob visita a su padre Isaac con sus hijos Judá y Leví a quienes el abuelo bendice dándole preminencia a este último. Le dice: El Dios de todos, Señor de toda la eternidad, te bendiga a ti y a tus hijos por toda la eternidad. El Señor te dé, a ti y tu descendencia, gran inteligencia de su gloria y te acerque, a ti y a tu posteridad entre todos los mortales, para servir en su templo. Como los ángeles de la faz y como los santos, tal será la descendencia de tus hijos, para gloria, grandeza y santidad; engrandézcalos por toda la eternidad. Serán jueces príncipes y señores  (Eclo 50,6-7; 24-26; 45, 10.25) de toda la descendencia de los hijos de Jacob; dirán con justicia la palabra del Señor, juzgarán justamente todos sus juicios, expondrán mis caminos a Jacob y mi senda a Israel (Eclo 45,17) ; la bendición del Señor será puesta en su boca (Eclo 50,20) para bendecir a toda la descendencia del amado.  Tu madre te dio el nombre de Leví, y con verdad te puso este nombre, pues próximo al Señor estarás y serás socio de todos los hijos de Jacob. Su mesa sea la tuya. Comed de ella tú y tus hijos; por todas las generaciones esté tu mesa llena y no falte tu sustento eternamente. Caigan ante ti cuantos te odien; sean desarraigados todos tus enemigos y perezcan: bendito sea quien te bendiga, y todo pueblo que te maldiga, maldito sea (31, 12-17). Es interesante constatar los paralelos entre esta bendición en Jubileo y la del Eclo. La gran diferencia es que si bien el destinatario de la primera es el linaje sacerdotal de Leví, en el segundo se refiere exclusivamente al sumo sacerdote Simón y Aarón.

Como sea, lo que está haciendo  el autor de Jubileos es fundamentar la supremacía del sacerdocio levítico basándose en la bendición de Isaac. Además de este aspecto consideremos que el linaje de Leví se presenta como el verdadero diezmo de los hijos de Jacob a Dios.  En aquellos días había concebido Raquel a su hijo Benjamín, con el que Jacob cerró el cómputo de sus hijos. Subió Jacob, y tocó a Leví la suerte del Señor: su padre lo invistió con la vestimenta del sacerdocio y le llenó las manos (32,3). Leví es, por lo tanto, quien continuará la línea sacerdotal en preferencia a sus hermanos.  Más adelante, en el día 22 del séptimo mes resolvió Jacob construir aquel lugar, vallar una finca y consagrarla, haciéndola perpetuamente santa para él y sus hijos (32,16). Se trata del lugar donde en el futuro se asentará el templo de Jerusalén, coordinando las realidades celestes con las terrenas. Pero recordemos que Israel no es sólo un pueblo sacerdotal (representado por el linaje de Leví), es también un pueblo de reyes. En efecto, esa misma noche ocurre el famoso incidente cuando Dios aparecerá a Jacob y cambiará su nombre por el de Israel (Gn 35,6 -15) prometiéndole un dominio real de carácter universal: Yo soy el Señor que creó cielos y tierra; te haré crecer y multiplicarte muchísimo; de ti saldrán reyes que regirán cualquier lugar que haya hollado planta humana. Daré a tu descendencia toda la tierra que hay bajo el cielo; gobernarán a todos los pueblos según su voluntad, y luego reunirán toda la tierra y la heredarán perpetuamente (32, 18-19). Notemos que el cambio del nombre ocurre el séptimo día  del Sukkoth (fiesta de los tabernáculos o las tiendas)  y sigue inmediatamente la consagración sacerdotal de Leví. Esto quiere decir que Jacob-Israel se define al modo del Rey David, a quien se le promete una descendencia real, y que es precedido por el sacerdocio levítico. La fiesta del Sukkoth rememora, entonces,  el inicio real y sacerdotal del pueblo de Israel.

Hasta ahora el autor de Jubileos ha hecho mención a la fiesta de las Shabu´ot  y de las Sukkoth para fundamental las bases reales y sacerdotales (levíticas) del pueblo de Israel. Pero, ¿y qué pasa con la fiesta del Yom Kippur? Más adelante el autor mencionará el pesar de Jacob por la pérdida de su hijo José, quien ha sido vendido a los egipcios. Por eso se estableció a los hijos de Israel que guardasen luto el diez del séptimo mes, día en que llegó la luctuosa nueva de José a Jacob, su padre, y que en él expíen por su pecado con un cabrito, el diez del mes séptimo, una vez al año, pues apenaron las entrañas de su padre a causa de su hijo José. 19 Se estableció este día para que en él se entristezcan por su pecado, por todas sus culpas y errores, para que se purifiquen en este día, una vez al año (34, 18-19). Aquí se menciona al cabrito, pero sin especificar si es el sacrificado o el que se presenta a Azazel (Lv 16,7-10).  Es la sangre del cabrito la que expiará por el pecado de los hermanos de José…Para más detalles: C.T. R. Hayward, The Jewish Temple, p. 99-103.
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