El “Testamento de Leví” es parte de un libro apócrifo judío, de gran influencia en el cristianismo primitivo, conocido como “El Testamento de los XII Patriarcas”. El autor pseudográfico de la obra es el tercer hijo de Jacob, Leví, quien sufre una visión donde se percibe ungido como sumo sacerdote por siete hombres vestidos de blanco (TestLev 8,1). La unción sumo sacerdotal implica dos ceremonias. La primera es el vestirse con los atuendos que sólo el sumo sacerdote podía portar en el templo de Jerusalén y que le dotaban de la capacidad de mediar entre los hombres y Dios. “Levántate, -le dicen- cúbrete con la vestidura sacerdotal, la corona de la justicia , el pectoral del entendimiento (logion) , el manto de la verdad , la diadema de la fe , la mitra del signo y el efod de la profecía ”.La segunda ceremonia implica la unción propiamente tal de Leví, y se describe de la siguiente manera: el primero de los hombres lo “ungió con óleo sagrado” y le dio “el cetro del juicio” (8,4); el segundo, lo “lavó con agua pura”, le alimentó “con pan y vino sacratísimos” y le “cubrió con un vestido santo y glorioso” (8, 5). Luego, un tercero lo “tocó con un paño de lino parecido a un efod” (8,6), mientras que el cuarto lo “ciñó con un cinturón de color semejante a la purpura” (8,7). Más adelante, el quinto le dio “una rama de fecundo olivo” (8,8) y el sexto le “rodeó la cabeza con una corona” (8,9). Por último, séptimo le ciñó “la diadema sacerdotal” y le “llenó las manos de incienso para oficiar ante el Señor” (8,10).
Un aspecto que suele pasarse por alto en este relato es el óleo sagrado con el que fue ungido Leví. En el 2Enoc también encontramos referencias a este óleo cuando Miguel desviste a Enoc de sus vestidos terrenos y le unge con un óleo delicioso. Este óleo es más luminoso que la más luminosa luz y su ungüento es como el delicioso rocío y su fragancia como la mirra, y es como los rayos del brillante sol (22,9). Pareciera que este óleo proviene del Árbol de la Vida del Edén, tal como se infiere de 2Enoc 8,3-4: El árbol de la vida es indescriptible por la afabilidad y fina fragancia, y es más hermoso que cualquier cosa creada que exista. Y desde cada dirección su apariencia es como el oro y el carmesí, y con la forma del oro. Así la investidura y unción de Enoc representa no solo su iniciación sacerdotal sino la restauración de su naturaleza caída. Lo mismo que Leví en el primer caso. En todos estos ejemplos, traemos a la memoria el óleo sagrado prescrito por Moisés para el tabernáculo en Ex 30,22-23. Un último ejemplo que ilustra el punto proviene de la versión armenia de La vida de Adán y Eva donde, en el momento del entierro de Adán, Dios le dice a Miguel: “Ve al Jardín en el tercer cielo y tráeme tres vestidos de lino”. Cuando los trajo, Dios dijo a Miguel, Ozel y a Gabriel: “Traeme esos vestidos de lino y cubre el cuerpo de Adán y trae el óleo dulce”. Ellos lo trajeron y los pusieron alrededor del cuerpo y lo enrollaron en estos vestidos.