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El mesías de la casa de José

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La idea del mesías sufriente hunde sus raíces en el judaísmo del segundo templo y continúa desarrollándose en algunos textos rabínicos. Un ejemplo extraordinario en este sentido es la Midras Pesiqta Rabbati, el que parte del supuesto de dos mesías: uno de la Casa de David, y el otro de la Casa de José o Efraín.  Este último mesías será vencido, sufrirá, y morirá para dar paso al Mesías de la Casa de David. Recordemos que Efraín fue el hijo menor de José, quien fue bendecido por Jacob junto a su hermano Manases quien era el primogénito. Jacob bendijo a ambos, pero puso su mano derecha sobre Efraín y su izquierda sobre Manases (Gn 48,14). La idea de este segundo mesías bebe de Jos 17,17: Josué contestó a los hijos de José, a Efraín y Manasés:  —Ustedes son muchos y fuertes: no tendrán una sola porción de territorio. R. Dosa en el siglo IV menciona a la pasada que el Mesías de la Casa de José va a ser asesinado probando el texto de Zac 12,10: Sobre la dinastía davídica y los vecinos de Jerusalén derramaré un espíritu de gracia y de súplica. Al mirarme traspasado por ellos mismos, harán duelo como por un hijo único, llorarán como se llora a un primogénito. Otras fuentes  sobre este mesías hijo de José/Efraín se encuentran en el Targum Cant. 4,5 y 7,4 donde el Mesías de la Casa de David y el Mesías de la Casa de José/Efraín son comparados con Moisés y Aarón. Tengamos presente a su vez al Talmud Babílonico (bSuk 52a) que relaciona estas tradiciones con inclinaciones al mal. No hay que olvidar tampoco al Apocalipsis de Zerubbabel escrito hacia el siglo VII que describe la batalla escatológica final contra Armilus el Anticrito que personifica el Imperio Romano y la Cristiandad donde el Mesías Hijo de Efraín/José es muerto. La victoria decisiva sobre el Anticristo es dejada en manos del Mesías Hijo de David.
 

Como decíamos más arriba, es en Midras Pesiqta Rabbati donde encontramos más desarrollado las ideas respecto al mesías hijo de José/Efraín. Por ejemplo en el Pisqa 34 vemos que el Mesías ha tenido que pasar un largo período en prisión para luego manifestarse en forma “humilde” y “conduciendo un burro” (Zac 9,9).  Sus enemigos son los pecadores de Israel, gente que se burla de él y que lo han puesto en la cárcel. Pero a través de los méritos del Mesías, el Santo, bendito sea, protege a Israel y lo guía de manera fuerte, y los redime tal como está escrito: “si marcharon llorando, los conduciré entre consuelos, los guiaré hacia corrientes de agua, por camino llano y sin tropiezos. Seré un padre para Israel, Efraín será mi primogénito” (Jer 31,9). Es interesante que en este texto el Mesías Hijo de David no juega ningún papel, ni siquiera se menciona. Es él, (Efraín) quien es el Mesías en los días del Mesías como en el mundo venidero, y no hay otro más que él.  De una manera que nos puede parecer familiar a los cristianos, el mesías de la Casa de José/Efraín redime cargando sobre sí el sufrimiento provocado por sus enemigos.  Los seguidores de este mesías son llamados dolientes de Zión quienes se enfrentan a los justos de este mundo. ¿Quiénes son estos justos de este mundo? En este texto son descrito como personas piadosas que se esfuerzan por observar de manera estricta la Torá y de complacer a Dios a expensas de su reino, es decir fallan en lo que el autor considera lo más importante: esperar activamente el reino de Dios. O justos de este mundo, a pesar que vuestra obediencia a la palabras de la Tora me es placentera, vosotros solo amáis mi Tora, pero no mi reino, por lo tanto declaro en juramento que presentaré testimonio en favor de aquel que ama mi reino como esta escrito: “por eso, esperen —oráculo del Señor— a que yo me levante a acusar” (Sof 3,8).



Pisqa 36, a su vez, interpreta el Sal 36, 10 (porque en ti está la fuente de la vida y con tu luz vemos la luz) refiriéndose a la luz del mesías, y en relación a Gn 1,4 (Vio Dios que la luz era buena; y Dios separó la luz de las tinieblas). La idea es la siguiente, el mesías es una de las siete cosas que fueron creadas antes de la creación del mundo (BerR I,4), precisamente porque Dios pudo prever la necesidad que el mundo tendría de él, e inmediatamente después de haberlo creado, Dios le escondió detrás de su trono en espera del tiempo adecuado para su revelación.  Este texto también destaca la importancia de la obediencia de la Tora, pero insiste en que esto no es lo único, y es que la obediencia o no de la Tora no apura o demora el tiempo ya predeterminado por Dios para la revelación de su mesías. Más adelante leemos en qué términos discuten el mesías Hijo de José/Efraín y Dios:   Y en aquel tiempo el Santo, bendito sea, comenzó a negociar con el Mesías los términos y le dijo: “aquellos que están escondidos contigo [aquí se refiere a las almas de todos aquellos que todavía no han nacido, los futuros miembros del pueblo de Israel], son sus pecados los que algún día te van a curvar bajo un yugo de fierro y te harán como un becerro cuyos ojos se obscurecen, y ellos  estrangularan tu espíritu como con un yugo (Jer 31,18). Po causa de sus pecados tu lengua se va a pegar a tu paladar. ¿Estás dispuesto a soportar esto? (Sal 22,16)” El Mesías le preguntó al Santo, bendito sea, “¿Durará este sufrimiento muchos años?” El Santo, bendito sea, respondió: “Sobre tu vida, y la vida de mi cabeza, esto será una semana de años, un período de siete años, los que he decretado para ti. Pero si tu alma esta triste bajo la perspectiva de este sufrimiento, en este momento los puedo barrer de mi presencia [a las almas de aquellos que todavía no nacen]”. Es interesante que en este texto Dios no confía en la capacidad del hombre de arrepentirse, sino que sólo lo hace en la capacidad del mesías de cargar sobre sí los pecados de las personas.



Por último fijémonos en el Pisqa 37 donde el Mesías Hijo de José/Efraín conversa con los padres del mundo. Estos dejan claro desde el inicio que los méritos del mesías superan los suyos porque ha tomado sobre sí los pecados de toda la humanidad. Efraín, nuestro mesías de justicia, aun cuando nosotros somos tus padres, tu eres más grande que nosotros porque tu has sufrido las iniquidades de nuestros hijos, y terribles suplicios han recaído sobre ti, tales suplicios como no han recaído sobre tempranas o posteriores generaciones (Sal 22). También es notable que en esta homilía el Mesías es tomado hacia Dios al modo de una exaltación o entronización:

Bendita es la hora en la cual él fue creado

Bendito es el vientre desde el cual vino,

Bendita es la generación cuyos ojos lo vieron,

Benditos los ojos que esperaron por el….

Benditos los ojos que merecieron verlo,

Porque las palabras de su lengua son perdón y reconciliación para Israel.

Su oración es de un sabor suave,

Sus suplicas son puras y santas.

Benditos los padres que merecieron las bondades del mundo escondidas para la eternidad que ha de venir.

Para más detalles: Peter Schafer, The Jewish Jesus, p. 236-264.

La caída de los ángeles en la Cueva de los Tesoros

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Es interesante ver cómo interpreta la caída de los ángeles y la caída del primer hombre un apócrifo como la Cueva de los Tesoros, que guarda interesantes influencias judías y cristianas muy antiguas.  En el capitulo III.1-7 se narra la caída de los angeles, cuando aquel rango rebelde, es decir, uno de los rangos espirituales, vio que tal dignidad le era dada a Adán, le tuvo envidia desde ese día y se dijeron unos a otros: “Esto no nos agrada, no es posible que nosotros, seres de fuego, adoremos a uno que esta hecho de tierra, que se formó del polvo”. Pensando en estas cosas aquel rebelde y desobiente, por este motivo y por su propia voluntad se separó de la Majestad divina. Fue derribado, cayó él y todo su rango. El viernes a la hora segunda cayeron del Cielo y fueron despojados de su gloria. Fue llamado Satán porque se apartó y Demonio porque fue miserable y perdió la vestimenta de su gloria. Y desde entonces en adelante están despojados, son engreídos, estan desnudos y son de aspecto horrible.

La fe como tenacidad y perseverancia (Lc 11,5-8)

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En Lc 11, 5-8 nos encontramos con la parábola del vecino que importuna al dueño de casa a medianoche pidiéndole tres panes. Algunas claves para entender la parábola tienen que ver, primero, con el principio del cuanto más, la idea es, si hasta las personas más egoistas responden afirmativamente, incluso por cansancio, a las demandas de los necesitados…cuanto más hará Dios que se preocupa de verdad de los suyos. La idea es reforzar una imagen positiva de Dios. Segundo, la parábola se ocupa de la perseverancia de la oración que en este contexto se relaciona con la fe entendida comouna perseveranciadeterminada a alcanzar tal o cual don de Dios.La fe se define como tenacidad (ἀναίδειαν)   ( חצוף),  esto es, perseverar sin miedo a la vergüenza, incluso insolencia si es preciso para alcanzar lo necesario.Lo que Jesús está diciendo es, mirad, ninguno de vosotros se molestaría si un vecino os despierta a medianoche por unos panes. En la cultura hospitalaria del medio oriente esto se entiende como una conducta obvia. Sin embargo, imaginaos el peor vecino que uno pueda tener, uno que se molesta y que no quiere levantarse a ayudarte…pues bien, incluso esa mala persona se levantará y te dará los panes, ya sea para que no lo molestes más. Y si ese vecino malo es capaz de levantarse y ayudarte…cuanto más no haría Dios por ti. La fe, esa tenacidad insolente y sin vergüenza, que es capaz de vencer al peor de tus vecinos, cuanto más hará con Dios. Esa tenacidad la encontramos también reflejada en varias parábolas rabínicas.  Rabi Eleazar observó el ayuno pero la lluvia no cayó. Rabia Akiba observó el ayuno y la lluvia cayó. Éste último fue a conversar con Rabí Eleazar, le dijo: “Te diré una parábola. ¿A qué compararemos esto que ha sucedido? A un rey que tenía dos hijas. Una era tenaz, la otra era agradable. Cuando la tenaz quería algo y se presentaba ante el rey, éste decía, “dadle a ella lo que está pidiendo para que se marche de una vez”.  Pero cuando la hija agradable quería algo y se presentaba delante del rey, éste postergaba sus asuntos sólo para estar con ella porque gozaba solo de escucharla (y. Taan. 66d. capt 3, Hal.4). Un último ejemplo de la fe entendida como tenacidad en la literatura rabínica dice relación con el por qué el pueblo de Israel fue digno de recibir la Torah: El SEÑOR es mi fuerza y mi escudo; en Él confía mi corazón, y soy socorrido (Sal 28,7). Rabí Simón dijo una parábola: Había un rey que tenía una perla de gran valor. Su hijo vino y le dijo: “¡Dame esta perla!” El rey le respondió: “La perla no te pertenece”. Pero el hijo insistía y le importunaba tanto, que finalmente el rey le dio la perla. Entonces Israel cantó una canción en el Mar Rojo a su Dios, bendito sea: “Mi fortaleza y mi canción es el SEÑOR, (Ex 15,2)”. Ellos habían pedido con tanto ardor que Dios le diese su Torah. Dios había contestado: “La Torah no os pertenece, sino que pertenece a aquellos que habitan en las alturas”. Sin embargo, porque ellos insistieron, Dios les dio la Torah y les dijo: “El SEÑOR dará fuerza a su pueblo (Sal 29,11)”.

La Ley y el Espíritu (Rom 8,1-4)

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Hemos visto varios aspectos en relación a la Ley y el Espíritu en Pablo (y aquí). Hoy quisiera detenerme en otro texto importante: Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús (νόμος τοῦ πνεύματος τῆς ζωῆς ἐν Χριστῷ Ἰησοῦ ) te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte (νόμος τῆς ἁμαρτίας καὶ τοῦ θανάτου) (2). Pues lo que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo: enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por el pecado, condenó al pecado en la carne (3), para que el requisito (δικαίωμα) de la ley se cumpliera (πληρωθῇ ) en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu (4). Aquí encontramos una contraposición entre la ley del Espíritu de vida en Cristo y la ley del pecado y la muerte. Se trata, la primera, de la ley en el espíritu no escrita en piedra, es el poder liberador del Espíritu,  enfrentada a la  segunda,  la Ley mosaica (escrita), incapaz de luchar contra la fuerza envolvente del pecado.  Fijémonos también que lo que la ley no pudo llevar a cabo es la realización plena de la misma, lo que precisamente llevó a cabo Jesús. Es interesante constatar que uno esperaría que el sacrificio de Cristo realiza “todos los requisitos de la Ley”…sin embargo, aquí se habla de “el requisito de la ley”. ¿Por qué ocupa el singular? ¿A caso se está refiriendo al mandamiento del “no codiciar” que está a la base del pecado del primer Adán (Rm 7,7-25) al que se contrapone Jesús, el segundo Adán? ¿No se estará refiriendo al mandamiento del amor (ver semejanzas entre Rm 8,4 y Gal 5,13-16)? Esta segunda opción parece más adecuada (ver Rm 13,8-10). Otro problema surge del pasivo πληρωθῇ que implica que los creyentes son sujetos pasivos del cumplimiento o plenitud del requisito de la ley. ¿Cómo explicar esta pasividad? Es probable que Pablo tenga en mente que el requisito de la ley es una consecuencia del caminar en el Espíritu…no es algo que se tenga que buscar y alcanzar de manera premeditada y con el propio esfuerzo. Esta idea se enfatiza en Rm 13,8-10 donde se habla del amor del prójimo, como resumen de la ley, que nace del agradecimiento creyente por la misericordia de Dios en Cristo.

Los rabinos y la memoria del Templo (misná): definiendo el procedimiento cultual

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La misná se escribe hacia finales del II y principios del III, cuando el moviento rabínico iba adquiriendo fuerza y liderazgo entre los numerosos grupos que configuraban el judaísmo. Este movimiento también se percibe en la misná donde los rabbis se definen como las autoridades legales, los juristas, los que interpretan los rituales cultuales tradicionales. En esa linea los rabbis se creen los continuadores de los miembros del Sanedrín o Gran Corte, la misma que juzgase a Jesús, otorgándole a ésta última unas potestades jurídicas en el cumplimiento de la Ley y en la praxis cultual del templo que estaban lejos de haber tenido (Avot 1-2; Pe´ah 2,6). Los rabbis, como corte, son los continuadores de la Gran Corte o Sanedrín, término que ocupan para defenirse en algunas ocasiones, dotados de la potestad de dar o no muerte a los culpables de ciertos delitos. Pero más aún, además de continuadores de la Gran Corte, los rabbis son los herederos, a través de una serie de cortes, del mismo Moisés (Rosh Hashnah 2,9). Esta autoridad jurídica de los rabbis en los asuntos cultuales, que tan cuidadosamente proyectan al pasado, se manifiesta de diversas maneras. La primera atribuyéndole a la Corte o Sanedrín un rol importante (que probablemente no tuvo históricamente hablando) en el procedimiento cultual. Leemos sobre el Yom Kippur:  I,1: Siete días antes del Yom kippur el Sumo Sacerdote es separado de su familia y llevado a las Cámara de los Consejeros. En esta semana de preparación la Corte tiene un rol destacado: Ponen a su disposición algunos de los ancianos del tribunal que han de leerle el ritual del día: Le dicen: “Mi señor, Sumo Sacerdote, recita con tu propia boca, no sea que te hayas olvidado o que no lo hayas aprendido”. La vigilia del Día del Perdón por la mañana lo llevan a la Puerta Oriental y hacen pasar delante de él toros, carneros y corderos, a fin de que se experimente y se ejercite en el trabajo (1,3). Durante los siete días no le retraen ni la comida ni la bebida. La vigilia del Día del Perdón, al atardecer, no han de ponerle mucho de comer, porque la comida suele traer consigo el sueño (1,4). Los ancianos del tribunal le entregan a los ancianos de la clase sacerdotal y éstos le conducen al apartamento superior de la casa de Abtinas, le conjuran, se despiden de él y se marchan. Le dicen: “Mi señor, Sumo Sacerdote, somos los delegados del tribunal y tú eres nuestro emisario y delegado del tribunal. Te conjuramos por Aquél cuyo nombre habita en esta casa que no varíes nada de lo que a ti te hemos dicho”. Él se aparta y llora, y ellos se apartan y también lloran (1,5). Lo interesante es que, contrario a toda predicción, los ancianos del tribunal no vuelven a tener un rol importante en la ceremonia misma,  a pesar que la preparación cayó bajo sus hombros.

El mismo ejemplo, casi con las mismas palabras, lo encontramos en la preparación de la ceremonia de la vaca roja. Leemos en Parah 3,1: Siete días antes de la cremación de la vaca, el sacerdote que había de quemarla era apartado de su casa y llevado a la estancia que estaba frente al Templo, en el lado noroiental. Era llamada “la casa de piedra”. …Los ancianos de Israel acostumbraban a ir delante, a pie, al monte de los olivos. Allí había un baño para la inmersión. Se contaminaba, en efecto, al sacerdote que tenía que quemar la vaca a causa de los saduceos para que no pudieran decir: Ha sido preparada por quien ha esperado la puesta del sol para su purificación (3, 7b). Imponían sus manos sobre él y le decían: “Mi señor, Sumo Sacerdote, sumérgete una vez”. Entonces aquel descendía y se sumergía, subía y se secaba (3,8ª).  Para más detalles: Naftali S. Cohn, The Memory of the Temple and the Making of the Rabbis, p. 41-55.

El prólogo de Juan como midrás

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Los primeros cinco versículos del prólogo de Jn bien puede entenderse como un midrás judío sobre la teología de los dos poderes en el cielo. Vamos por parte. En primer lugar recordemos que un midrás son homilías sobre una perícopa o extracto del Pentateuco, especialmente de lagunas que han quedado sin explicar, que utiliza en su desarrollo textos de los libros proféticos o, de manera frecuente, los Salmos, el Cantar de los cantares o la literatura sapiencial. Como cubos se van explicanco unos a otros formando un cuadro coherente de múltiples entradas y salidas.  En el caso del Prólogo de Jn los versículos que tratan de explicar son los versículos iniciales del Génesis (Gn 1, 1-3) con su majestuosa declaración a través del Verbo: Y Dios dijo: Que se haga la luz, y hubo luz (Gn 1,3). Los textos que ocupa para explicarlo es Pro 8,22-31 con su referencia a la Sabiduría. Así, en el principio Dios creó los cielos y la tierra, y la tierra carecía de forma y estaba vacía (Gn 1,1) es interpretada y expandida por Jn 1,1, en el principio fue el Verbo y el Verbo estaba con Dios. Juan interpreta y expande Gn1,1 con la figura de la Sabiduría: Yo estaba junto a él (Pro 8,30) y Contigo está la sabiduría (Sab 9,9). Este midras joánico tiene un paralelo claro con en el Targum Palestinience al Gn 1,1 que traduce En el principio por Con la Sabiduría Dios creo, aludiendo también al libro de los Proverbios. El versículo 5 del Prólogo se traduce como la luz brillaba en la oscuridad, y la oscuridad no la recibió/acogió  (katalaben), probablemente una glosa a la expresión del Gn separó la luz y las tinieblas.

El versículo quinto sirve de final del midrás judío y da paso a la glosa propiamente joánica que abre con la aparición de Juan Bautista: Apareció un hombre enviado por Dios: su nombre era Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por medio de él (1,6). Los versículos 6-13 son una alusión a la aparición del Logos asarkos, antes de la encarnación.Juan aparece como el heraldo de la encarnación (1,6-8) que se realiza en el versículo 15.  Una encarnación que se había hecho necesaria porque los hombres no habían recibido al Logos asarkos a lo largo de la historia de salvación. Efectivamente, en los versículos 10-11 leemos una glosa al midras contenido en los primeros cinco versículos. El versículo 10 repite y expande el versículo 3; mientras que el versículo 11 hace lo mismo con el versículo 5.  En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por él, pero el mundo no le conoció. Vino a lo que era suyo, pero los suyos no le recibieron (paralebon). Las tinieblasdel midras del Gn se convierten ahora en el cosmos, el cual, pese a haber sido hecho por la luz, no logra reconocerla ni acogerla. Estos versículos (10-11) narran el primero de los tres intentos de la Sabiduría o Logos por entrar en el mundo. Este primer intento adoptó la forma de varias teofonías en la historia de salvación, tal como lo explica el mismo Jesús, por ejemplo, en Jn 8,56 cuando dice como Abraham reconoció su presencia y se alegró: Vuestro padre Abraham se regocijó esperando ver mi día; y lo vio y se alegró. Esto es un midras a Gn 15,1: Y después de esto el Verbo de Dios le fue revelado a Abraham; que el Targum traduce: Abraham creyó en la Memra de Dios. Y si Abraham acogió la palabra de Dios y se alegró, no sucedió lo mismo con el pueblo de Israel. Esto explica el reclamo de Jesús en Jn 8,39-40: Si sois hijos de Abraham, haced las obras de Abraham. Pero ahora procuráis matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios. Esto no lo hizo Abraham.Esto es lo que explica la necesidad de la llegada de Jesús como Logos encarnado. Si el versículo 6 relataba el testimonio del Bautista antes de la encarnación, el versículo 15 apunta al cumplimiento de su testimonio. Pero antes de la encarnación, todavía hay un segundo intento fallido por parte del Logos de ser reconocido y acogido por el pueblo.

El segundo intento de la Sabiduría de entrar en el mundo incluyó el don de la Torá a Israel y el fracaso de este medio como instrumento para introducir el Logos en el mundo. Varios son los textos bíblicos y apócrifos que apuntan en este sentido: Sirácida 24; Barcu 3,9-4,4; 1Enoc 42,1-2. En Pablo tenemos 2Cor 6,16-21. En Juan tenemos la famosa sentencia de 7,19: ¿No os dio Moisés la ley, y sin embargo ninguno de vosotros la cumple? ¿Por qué procuráis matarme?Tengamos en cuenta, sin embargo, que hay algunos que sí recibieron a la Sabiduría a través de la Torá, a estos se les daba una gracia especial tal como lo expresa Jn 1, 12-13. Ahora bien, esta incapacidad del pueblo de recibir a la Sabiduría o Logos, no produce la ira de Dios, por el contrario, lo que encontramos es la abundancia de su misericordia (gracia sobre gracia: Jn 1, 16) a través de la encarnación del Logos. Para más detalles.  Daniel Boyarin, Espacios Fronterizos, Judaismo y Cristianismo en la Antigüedad tardía, Trotta, p. 159-177.

La Creación de Adán en la Cueva de los Tesoros

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La cueva de los tesoros es un apócrifo probablemente de origen siriaco que contiene interesantes elubricaciones respecto a la figura de Adán. La primera dice relación a como la Trinidad creó a Adan interpretando de manera peculiar Gn 1, 26. El sexto día, que es el viernes, en la hora primera, mientras tomaba consejo con todos los ejércitos de los órdenes de los seres espirituales dijo Dios: “Hagamos un hombre a nuestra imagen y semejanza”, refiriéndose con esto, con la nun [la conjugacion siriaca de la primera persona plural comienza con la nun]en lugar del alef [la conjugacion siriaca de la primera persona singular comienza con la alef], a las gloriosas personas del Hijo y del Espiritu (II.2).  La segunda elubricación dice relación con la talla cósmica de Adán que fue modelado a partir de los cuatro elementos. Efectivamente, los ángeles vieron la diestra de Dios que tomaba polvo de la tierra. Es decir, los cuatro elementos: frio, calor, sequedad y humedad. Por esto Dios hizo a Adán de estos elementos débiles para que por medio de ellos le estuviera sometido todo lo que existía. Dios le modeló con sus santas manos a su imagen y semejanza (II. 6-12). El hombre se constituye en la imagen microcósmica del cosmos entero. Además hay que considerar que Dios ha cogido el polvo del centro geográfico de la tierra, esto es del lugar donde más tarde se levantará el templo de Jerusalén. Esta idea es de origen judío. En el Targum de Jerusalén a Gn 2, 7 leemos:  Dios tomó un polvo encarnado, negro y blanco del lugar del templo y de las cuatro regiones todas del mundo. Le amasó con las aguas del mundo entero y sacó a Adán. Continuando con la CuevTes tenemos que mirar a la reacción de los ángeles que, primero bebiendo de tradiciones judías antiguas, quiere dejar claro que estos no participaron en la creación del hombre.  Cuando Dios decide crear al hombre y los ángeles escucharon estas palabras, se llenaron de temor, mientras se decían unos a otros. “Un gran portento se nos muestra hoy, la imagen de Dios nuestro Hacedor” (II. 3). Más adelante, cuando el hombre ha sido creado  y los ángeles vieron su aspecto glorioso, por belleza de su imagen, se pusieron a temblar (II.14) . Y es que la imagen del hombre era impresionante. Cuando se estiró y se puso erguido sobre la tierra, estaba vestido con la túnica real y tenía puesta en su cabeza una corona de gloria (II. 15-17).  Más adelante se nos dice lo mismo: Adán y Eva estaban en el Paraíso vestidos con una túnica de gloria. Adán al levantarse se puso de pie en medio de la tierra. Puso sus dos pies en aquel lugar donde estuvo clavada la cruz de nuestro Salvador. Allí se vistió  de los vestidos del Reino y fue puesta en su cabeza una corona de gloria. Allí fue hecho rey, sacerdote y profeta. Allí Dios le hizo sentar en el trono del Reino. Allí se reunieron todas la fieras, las aves y el ganado. Iban pasando delante de Adán, y Adán les puso los nombres. Ellos inclinaban sus cabezas y se postraban ante el...De nuevo los ángeles y los ejércitos celestiales escucharon la voz de Dios que le decía a Adán: “Te he hecho rey, sacerdote y profeta, señor, cabeza y guía de todas las cosas que han sido creadas. A ti solo te las doy y te concedo autoridad sobre todas las criaturas”  (III. 14-23). El carácter real, profético y sacerdotal de Adán tiene estrecha relación con una determinada interpretación de los dones presentados por los Magos al niño Jesús, quien es el nuevo Adán.

El dualismo del Evangelio de Judas

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El Evangelio de Judas, obra gnóstica setiana, presenta una cosmología y antropología de carácter dualista. El dios en el que creen estos cristianos, el Espíritu Invisible, es distinto al que predican los apóstoles (categoría para hablar de las autoridades de la proto-ortodoxia). Él (Jesús) respondió y les dijo: “No me río de vosotros. Vosotros no hacéis esto por vuestra voluntad, sino que a través de esto vuestro dios [recibirá] alabanza”. Dijeron: “Maestro, tú […] eres el hijo de nuestro dios”. Jesús les dijo: “¿De qué modo me conocéis? En verdad os lo digo: ninguna generación de las personas que hay entre vosotros me conocerá” (34,6-18). La generación de las personas que no conocerá la verdadera identidad de Jesús (de dónde viene) está bajo el dominio de los ángeles (considerados como seres malignos) y las estrellas. Es por esta razón que Jesús ordena a esta generación cesar con los sacrificios inútiles, continuidad del culto judío. Jesús les dijo: “Cesad los sacri[ficios de animales] que [elevasteis] sobre el altar; es mediante vuestras estrellas y vuestros ángeles como han llegado ya a su culminación allí. Sean, pues, insignificantes para vosotros (41,1-8). Dentro de estos sacrificios Jesús se ríe explícitamente de la eucaristía: Cuando (Jesús) [se aproximó] a sus discípulos congregados, sentados, realizando la acción de gracias sobre el pan, se rio  (33, 22-34,17).  Respecto al bautismo, el texto es más ambiguo: [… en] mi nombre […] […] […] destruirá toda la generación del Adán terreno (puede que este Adán terreno se refiera a la realidad material del hombre a diferencia del Adán celestial o imagen divina en el hombre)(56,2-6). Como sea, esta generación tan corrompida se contrapone a la generación santa (36, 17; 44,12; 47,1), incorruptible (49,5.10.14), grande (36,16-17), fuerte (36,26), sin rey 53,24), la gran generación de Adán (57,11-12), o aquella generación (37,3.5.8; 43,9; 46,17; 54,14; 57,13).

Filón de Alejandría sobre los vestidos del sumo sacerdote (5)

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Continuando con el significado simbólico de los vestidos del sumo sacerdote (aquí,aquí, aquí , y aquí)  de acuerdo a Filón llegamos a la coraza (Ex 28,16) que representa a la razón que se manifiesta en el universo, específicamente en las ideas arquetípicas de las cuales el mundo sensible está hecho,  y en los hombres, esto es en la razón inmanente en el pensamiento y expresado en el hablar racional. Continuamos leyendo De Vit. Mos. II, 124-127. En segundo lugar, las doce piedras que van sobre el pecho, que son de distintos colores y están distribuidas en cuatro grupos de tres, ¿qué otra cosa pueden significar sino el círculo del zodíaco? También este círculo, en efecto, dividido en cuatro partes, constituye con tres signos cada una de las estaciones del año: primavera, verano, otoño e invierno, es decir cuatro variantes cada una de las cuales tiene una duración determinada por tres signos, y reconocible gracias a las revoluciones que el sol describe conforme a una ley matemática inmutable, firmísima y verdaderamente Divina (124). Por lo tanto, dichas piedras se adecuaban también al con toda propiedad llamado lugar del logos, ya que las variaciones y las estaciones del año se ajustan a un racional principio de orden y regularidad; y, lo que es más asombroso, testimoniando a través del cambio estacional su permanencia sin término (125). Acertado y sumamente apropiado es el hecho de que sean distintos los colores de las doce piedras, sin que ninguna de ellas sea igual a otra, ya que también en el zodíaco cada uno de los signos origina ciertos matices particulares en el aire, en la tierra, en el agua, en los accidentes de éstos y en todas las especies de animales y vegetales (126).  No es desacertado, por otra parte, el que el lugar del logos sea doble, pues doble es el logos tanto en el plano universal como en la naturaleza del hombre. En el universo se da, por una parte, relacionado con las incorpóreas y arquetípicas formas ejemplares, con las que ha sido forjado el mundo aprehensible solo por la inteligencia; y, por otra, vinculado con las cosas visibles, que son imitaciones y copias de aquellas formas ejemplares, y con las cuales fue construido este mundo sensible. En el hombre una forma del logos pertenece a su intimidad, en tanto que la otra se exterioriza en la palabra, siendo la primera como una fuente, de la que la otra fluye en el acto de la palabra. Aquella tiene por sede la facultad rectora; la de la expresión oral reside en la boca, la lengua y el resto del aparato de la fonación (127).

La caída de los ángeles y el don de la Torah

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Para la tradición judeo-cristiana el hombre es el culmen de la creación. A pesar de ser creado después de los ángeles, es superior a estos. Esta es precisamente la causa de la envidia de algunos de los seres celestiales. Esto lo hemos estudiado desde distintas perspectivas (aquí, aquí, aquí y aquí). Hoy me gustaría compartir un texto judío llamado Pesikta Rabbati 25,4 donde se reflexiona la envidia de los ángeles pero desde otro punto de vista, esto es el hecho que la Torah sea regalada a  los hombres y no a ellos mismos. Cuando esto sucede los ángeles protestan delante del Señor diciendo:¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, y el hijo del hombre para que lo cuides? (Salm 8,4) ¡Oh SEÑOR, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! (Salm 8,9). En medio de estas protestas uno de los ángeles exclama: Sería en alabanza tuya que tu dieras tu gloria a los seres celestiales. ¡Dadnos tu Torah! Sin embargo, Dios se niega e insiste en darle su Torah a Israel. ¿Fue una buena decisión? Según el parecer de los ángeles, no lo fue, por cuanto pasaron cuarenta días y el pueblo violo la ley (Ex 20,2-3) adorando al becerro de oro (Ex 32). Entonces los ángeles comenzaron de nuevo a protestar delante de Dios. Señor del universo, ¿no te advertimos que no le dieces tu Torah a ellos? Dios les contesta: ¿Acaso vosotros sois los únicos que guardaríais la Torah? Un niño destetado entre los israelitas podría guardar mejor que vosotros la Torah. Si el regresa de la escuela y es capaz de comer carne y beber leche, él podría permitirse el beber la leche una vez que sus manos estén limpias de comer la carne. Pero vosotros, cuando fuisteis enviados donde Abraham, él trajo delante de vosotros carne y leche juntos y vosotros comisteis todo junto. Esto quiere decir que la supuesta superioridad moral de los ángeles en relación a Israel es más aparente que real.  El punto es que el climax de la elección del pueblo de Israel no se encuentra en relación a otros pueblos, sino a su superioridad respecto a los ángeles. Este es el punto culmen de la tradición ya elaborada en La vida de Adán y Eva respecto a la envidia de los ángeles en relación al hombre como origen del mal en el mundo.

Jesús, David y la piedra ángular

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La parábola de los labradores malvados en Lc 20,9-19 termina con una oración enigmática que explica el significado de la misma: Quien tropiece con esa piedra se estrellará, a quien le caiga encima lo aplastará (Lc 20,18). Se trata de una advertencia que tiene como protagonista a la piedra angular.

La piedra
que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.

Da igual estrellarse contra esta piedra, o que ésta te caiga encima…el resultado es el mismo, serás aplastado. Es como escribían los rabinos: si una piedra cae sobre una maceta, ¡pobre de la maceta! Ahora, si la maceta cae sobre la roca, ¡pobre de la maceta! En cada caso, ¡pobre de la maceta! Entonces quien sea se aventure a atacar al pueblo de Israel recibirá lo que se merece (Ester Rabbah 7,10). Las palabras de Jesús son entonces una amenaza y una profecía. Él sabe que se le quiere matar, y está advirtiendo que tengan cuidado, él saldrá victorioso. Ahora, que Jesús sea la piedra queda claro cuando entendemos que ésta última hace referencia al Rey David. Veamos por ejemplo como los rabinos comentan el Salmo 118, 22-23. Estos versículos dicen: 22 La piedra que rechazaron los albañiles es ahora la piedra angular.23 Es el Señor quien lo ha hecho y nos parece un milagro. Los rábinos dicen:  los albañiles se refieren a Samuel y a Jesse. Las palabras “es ahora la piedra angular” se refiere a David porque él se convirtió en la cabeza, esto es en el más grande de los reyes (Midras Hagadol de Dt 1,17).  Jesús es la piedra ángular porque se identifica con David. Jesús está consciente de que es rechazado, ¿pero no lo fue también David en su tiempo? David, a pesar de ser un joven apuesto,  era el menor, el que tenía el peor oficio, y sin embargo llegó a convertirse en la piedra angular. En el Salmo apócrifo 151 del Qumrán leemos: Yo era el más pequeño de mis hermanos y el más joven entre los hijos de mi padre, de tal modo que éste me hizo pastor de su rebaño…Él envió a su profeta a ungirme, Samuel para hacerme grande: mis hermanos salieron a recibirlo pues era un persona hermosa. A pesar que ellos eran altos y de hermosos cabellos, el Señor no los escogió. Por el contrario, él envió por mí que estaba con mi rebaño y me ungió con oleo santo y me hizo líder de mi pueblo y jefe sobre los hijos de su Alianza.

Por último, mencionemos que la pretensión de Jesús tiene además otra arista. Los viñadores no son meros campesinos. Son personas importantes que han ocupado la tierra en ausencia del verdadero dueño, Dios es el dueño de la tierra, bajo la condición de pagar una parte de lo producido.  Como no han respondido a lo estipulado, ha llegado la hora de ajustar cuentas…el hijo ha venido para ello. Tened cuidado, si os estrellais contra la roca, dice Jesús, saldréis perjudicados. Para más detalles: Brad H. Young, Jesus the Jewish Theologian, 215-224.

La gloriosa apariencia de Adán

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Veamos algunos textos significativos sobre los vestidos de Adán. En el Targum Pseudo-Jonathan sobre el Gn 3,21 el primer hombre vistió vestidos luminosos  que fueron arrancados de la serpiente. Y el Señor hiso vestidos de gloria para Adán y para su esposa de la piel que la serpiente se había desprendido (para calentarse) de la piel de los vestidos de uña de los cuales ellos se habían desprendido, y los vistió. Algo parecido leemos en Pirke de Rabbi Eliezer 20: Rabi Eliezer dijo: de la piel que la serpiente mudó, el Santo, sea bendito, los tomó e hizo abrigos de gloria para Adán y su esposa, como está dicho: “Y el Señor hiso para Adán y su esposa abrigos de piel y los vistió”.  En esta misma línea debemos interpretar los versículos 7-14 del Cap 3 del ApAb. Y es que la semejanza  a la imagen de Dios de la que fue hecho Adán (Gn1,26) se interpretó en ciertas corrientes rabínicas como una cierta luminosidad que reflejaba la gloria divina. No era una semejanza corporal , sino más bien, una luminosidad que destellaba Adán. Esto se complementaría con el enigmático versículo 21 del Cap 3 del Gn que se refiere a los vestidos de piel con los que viste Dios a Adán y su esposa. En la versión armenia de la Vida de Adán y Eva (20,1)  la mujer recuerda el momento cuando se vio desprovista de sus vestidos después de la desobediencia: En esa hora yo entendí con mis ojos que había sido desnudada de la gloria con la cual yo había sido vestida. En el GnRabbah 20, 12 leemos: vestidos de luz: estos se refieren a los vestidos de Adán que eran como una antorcha (despidiendo rayos), amplios en la base y angostos arriba. Volvamos a Pirke Rabbi Eliezer 14 : ¿Cuál fue el vestido del primer hombre? Una piel de uña y una nube de gloria lo cubrían. Cuando él comió de los frutos del árbol, la piel de uña fue desvestida desde él y la nube de la gloria se marchó desde él y él se vio desnudo.

Veamos también la apariencia gloriosa de Adán, superior a los ángeles, Pesahim 54ª: Fue enseñado, R. José dijo: Dos cosas Él decidió crear en la tarde del Sábado, pero que no fueron creadas sino hasta el final del Sábado, y al final del Sábado el Santo, bendito sea, inspiró a Adán con conocimiento similar al divino y le procuró dos piedras y las golpeó una contra la otra y produjo fuego; también él tomó dos animales distintos y los cruzo y de ellos vino la mula  (ver también: Sanhedrin 38b, 100a; Genesis Rabbah 8.1, 11.2, 21.3; Exodus Rabbah 32.1; Leviticus Rabbah 14.1, 16.2; Hagigah 12a.). El adorable Adán, el Adán original era tan esplendido que hasta los ángeles lo confundían con Dios. Para garantizar que la adoración estuviese solo reservada para Dios, Dios hizo algunos cambios en Adán y creo el sueño ( ver también Genesis Rabbah 17.5.sobre el sueño). Por último tomemos Genesis Rabbah 8.10: R. Hoshaya dijo: Cuando el Santo, bandito sea, creo a Adán, los angeles que le servían lo tomaron por un ser angelical y querían exclamar delante suyo “Santo”…¿Qué hizo el Santo, bendito sea? Él le hiso dormir y entonces todos comprendieron que era un hombre mortal.

Pablo, la Ley y el Espíritu (4)

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De acuerdo a Pablo, para poder vivir en el Espíritu el hombre ha de liberarse de la Ley (ejem, ejem, ejem.) Un texto paradigmático en este sentido es Rm 7,4-6: Por tanto, hermanos míos, también a vosotros se os hizo morir a la ley por medio del cuerpo de Cristo, para que seáis unidos a otro, a aquel que resucitó de entre los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios (4). Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas despertadas por la ley, actuaban en los miembros de nuestro cuerpo a fin de llevar fruto para muerte (5). Pero ahora hemos quedado libres de la ley, habiendo muerto a lo que nos ataba, de modo que sirvamos en la novedad del Espíritu y no en el arcaísmo de la letra (6). Para ver cómo trabaja este argumento (que se explicará más en detalle en Rm 7,7-8,13) consideremos la analogía de Rm 7,2-4 donde se apela al matrimonio.  Así como la muerte del marido libera a la mujer en el cumplimiento de sus obligaciones maritales, la muerte de  Cristo libera a los judíos de sus obligaciones en relación a la ley mosaica. La mujer queda libre de las obligaciones maritales y, especialmente, puede casarse de nuevo y pertenecer a otro. La muerte de Cristo libera a los creyentes de sus obligaciones con la ley y de las pasiones que la misma ley genera en éste, dejándoles las puertas abiertas para pertenecer  a la novedad del Espíritu. Algo parecido se nos dice en Gal 5, 16-18: Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne (16). Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis (17). Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley (18). El contexto de estos versículos es una exhortación a los cristianos en el sentido que el liberarse de la ley no les da derecho a un libertinaje ético. En estos versículos se pone de manifiesto el conflicto entre el Espíritu y la carne, y lo que es más importante,  para Pablo, el liberarse de la ley es vencer los deseos de la carne (18) (entendiendo a estos, obviamente, no en un sentido moral victoriano). La ley y las obras de la carne están íntimamente ligadas. Liberarse de la ley, es liberares de las pasiones. Es como estar en el Jardín del Edén sin ninguna prohibición de comer de algún árbol en particular. Esta posición paulina va en contra de lo que debieron haber sido la mayoría de los prejuicios de los cristianos judaizantes. Estos pensarían, como la mayoría de los judíos lo hacía, que los gentiles eran por naturaleza pecaminosos, especialmente en materia sexual. Si se les admitía en el pueblo de Dios, la ley tenía que ser una garantía necesaria para un adecuado comportamiento ético.

Jesús como culmen de la ley y Adán cósmico (imagen de Dios)

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El himno que encontramos en Col 1, 15-20 es ilustrativo de la imagen de Jesús como fin y culmen de la Ley. Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.  Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él.Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen. Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia; y Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía. Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud, y por medio de Él reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su cruz, por medio de Él, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos. En este himno, y fijémonos particularmente en las preposiciones, Jesús se establece como finalidad de toda la creación en cuanto ésta es reconciliada en él. Y lo que es cierto en relación a la creación, cuanto más en relación al hombre (Col 1,22). En este esquema uno de los fundamentos se encuentra en la primera frase de este himno: Jesús es la imagen del Dios invisible (ὅς ἐστιν εἰκὼν τοῦ θεοῦ τοῦ ἀοράτου) (1,15). Que Jesús sea imagen de Dios lo pone en una posición privilegiada en relación al hombre y a la creación. Esto nos lleva a un Cristo cuya naturaleza adámica es cósmica y está en el principio de los tiempos. Ya en 1Cor 15, 46 se nos había dicho que, desde el punto de vista temporal del hombre, el Adán espiritual viene después del hombre físico o Adán. Sin embargo, el verdadero Adán es el último, esto es Cristo. Y es que el primer Adán no era sino  figura del que había de venir, Cristo (Rom 5,14) quien es imagen de Dios (2Cor 4,4) y tipo de la nueva creación (Rom 8,29; 1Cor 15,49; 2Cor 3,18). En otras palabras, Cristo es la imagen de Dios y Adán fue creado a imagen de Dios. El hombre que cree en Cristo se viste nada más ni nada menos que de la imagen de Dios en Cristo, y adquiere este conocimiento verdadero (3,10).

La transformación del creyente en el Seder Gan´Eden

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El Seder Gan ´Eden es un apócrifo judío de gran interés para nosotros porque nos muestra la transformación del justo cuando llega al Jardín del Edén. Se dice que 60 miriadas de angeles están sobre las dos puertas del Edén, y la gloria de cada uno de sus rostros es como la luz del cielo (AscIs8,20-25; 9,6)brillando (2Enoc1, 4-5; 19,1; Ap 1,16;10,1; ApPe 15,2; ApZef 6,11) (1,2). En el momento que los justos llegan a estos ángeles, sus vestidos les son retirados (2Enoc 22,8; AscIs 9,7) y son vestidos en ocho vestidos hechos de las nubes de gloria (1Enoc 62,15-16; 2enoc 22,8-9; 2cor 5,1-5; 3Enoc 12, 1-2; 18,22).  Ellos ponen dos coronas sobre sus cabezas, una de piedras preciosas y joyas, la otra de oro (b.Yoma 45ª; NumRab 11,3). Luego ponen ochos ramas de mirra en sus manos y alabando le dicen: “Id, comed tu pan con alegría” (Prique R. El 4) (1,5). El hombre justo se transforma e incluso los más feos adquieren una bella apariencia y brillan como el sol (2Bar 51,3; Sifre Deut. 10,47; LevRab 28,1; Pesiq Rab Kah 8,1; Pesiq.Rab 18,1; Ecl.Rab. 1.3.1) y la noche no se le acerca (3, 1).  Por último, y hablando del árbol de la vida, se nos dice que está en el medio y su tronco cubre todo el Jardín (2Enoc8,4). Hay 500.000 sabores en él y ninguno es como el otro, y la esencia de uno no es como el otro  (ApPed 16,2-3; 1Eno 29,2; 32,3; “Enoc 8,2). Siete nubles de gloria están sobre éste. Vientos soplan desde los cuatro costados y su esencia se esparce desde un rincón del mundo al otro (1Enoc 24,4-25,7; 2Eonc 8,3). Los maestros están bajo el árbol explicando la Tora (4, 4-8).

Descubrir la gloria de Dios en la faz de Cristo: objetivo de la Ley

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La idea de Jesús como plenitud o fin de la Ley está establecida, entre otros textos, en 2Cor 3. En este capítulo se compara el ministerio de Moisés descrito como de condenación y para la muerte (v.v 7 y 9)con el ministerio del Espíritu y de la justicia (v.v 8 y 9) ejercitado por Pablo (4,1). Ahora bien, a pesar de las diferencias, ambos ministerios han sido fundados a partir de la gloria: el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, de tal manera que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés por causa de la gloria de su rostro(2Co 3,7). Sin embargo, dirá Pablo, esta gloria no es nada en comparación con la de la nueva alianza. Además, si Moisés se cubrió el rostro no fue sólo por la intensa gloria que reflejaba, sino para  que el pueblo no vislumbrara el fin o sentido de esta ley que estaba llamada a desvanecerse: para que los hijos de Israel no fijaran su vista en el fin (τὸ τέλος ) de aquello que había de desvanecerse (τοῦ καταργουμένου)(2Co 3,13). Aquí, al igual que en Rm 10,4  τέλος  significa fin como objetivo o fin (la causa final). Hasta que el velo no sea removido en Cristo (2Cor 3,16) permanecerá cubriendo los corazones de los judíos. El remover el velo pone en evidencia toda la gloria del Señor, como Moisés lo hubiese reflejado, esto es la plenitud del ministerio mosaico, el cual, a pesar de ser de muerte y condenación apuntaba a la verdadera gloria y al ministerio del Espíritu: nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu (2Cor 3,18). Ahora bien, ambas glorias, la de la vieja y nueva Alianza, están conectadas. Y es que la nueva Alianza, o si preferís la gloria manifestada en el rostro de Cristo, es la original, mientras que la de Moisés no es sino un sustituto. Si el rostro de Moisés brilló en el Sinaí fue porque habría aprehendido la gloria de Cristo en la montaña santa. Y es que la gloria de Cristo, es la imagen de Dios (τῆς δόξης τοῦ Χριστοῦ, ὅς ἐστιν εἰκὼν τοῦ θεοῦ) (2Cor 4,4). Esta es la gloria presente en el comienzo del mundo: Pues Dios, que dijo que de las tinieblas resplandecerá la luz (ἐκ σκότους φῶς λάμψει), es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo (τῆς δόξης τοῦ θεοῦ ἐν προσώπῳ [Ἰησοῦ] Χριστοῦ) (2Cor 4,6). Hay, por lo tanto, una continuidad en la revelación que va atrás, hacia la creación misma. Para más detalles: “Christ: The “End” of the Law, Morna D. Hooker , en: Neotestamentica et Philonica, Brill, 2003.

El estudio de la Tora, la práctica de la Tora y otros conceptos rabínicos

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En en el tratado Sota (21-22) vemos una extraña secuencia de "héroes" que se van sucediendo. Al inicio la cuestión versa sobre el adulterio de la mujer, y cómo el agua la pone a prueba,  y luego sobre el hombre que alcanza la sabiduría y luego a distintos tipos de personas que destruyen el mundo. ¿Hay algún hilo conductor? El pensamiento principal versa sobre la ambigüedad de varios conceptos: Tora y mandamiento, sabiduría y viveza, fariseos y aquellos que se niegan a sí mismos. Todos estos conceptos son cercanos, ambiguos, ambivalentes. Cada uno engendra una escala de valores distintos pero que están muy cercanos unos de otros y que no se pueden distinguir a las claras. Gemara 21 a: "Existen méritos que posponen el castigo por tres años. ¿Qué méritos? Si dices: "ocuparse de la Tora", entonces las mujeres no  tienen esta responsabilidad. Si dices:"cumplir los mandamientos", ¿acaso ese merito te defiende del castigo?

Aquí se plantea el problema principal, el ocuparse de la tora te puede posponer el castigo por una falta, pero no en el caso de la mujer, quien no tiene la obligación de estudiar la tora. Sin embargo, aun sin estudiarla, la mujer puede cumplir los mandamientos. Entonces surge la pregunta, ¿acaso el cumplir el mandamiento es mérito suficiente para posponer el castigo? De ser así, cual es la diferencia entre "estudiar la tora" y "cumplirla". Para ver este problema el pensamiento rabínico plantea otra distinción,  mandamiento y tora. 


Rabi Menajem parafraseo la escritura: "Porque el mandamiento es lámpara y la tora es luz" (Prov , 623) y dijo: La escritura asimiló el mandamiento con la vela y la tora con la luz del sol, para que supiesen que tal como la vela ilumina mientras arde, así el mandamiento nos defiende mientras lo cumplimos; tal como el sol ilumina mientras el mundo existe, así y la Tora nos defiende mientras el mundo exista. La escritura también dice: "cuando camines, te guiará; a medianoche, te guardará; cuando despiertes, hablará contigo (6,22). "Cuando camines, te guiara", en este mundo. "A medianoche, te guardará", en tu tumba; "cuando  despiertes, hablará contigo", en el mundo venidero.

Cuando uno cumple los mandamientos y estudia la tora ya no le teme a la muerte, además la tora te va señalando el camino a seguir (lo que define la identidad Judía, el camino de regreso al jardín del Edén) y es tu compañera cuando despiertes en el mundo venidero. Aun así la diferencia entre el estudio de la Tora y el cumplir los mandamientos sigue siendo no muy clara. Es ambigua. En la situación concreta de cada persona estas dos escalas pueden o bien divergir o bien coincidir en un objetivo, dependiendo de la posición, actitud, relaciones y entendimiento de la persona.  Al mismo tiempo ambos conceptos se relacionan con dos tipos de prácticas: los que estudian la tora y los que además de estudiarla la practican o simplemente la practican sin estudiarla. Así, tenemos tres posibilidades: el acento en el estudio, acento en la práctica, y la armonía entre estas dos posibilidades. 


Una parábola sobre un hombre que  caminaba en la oscuridad durante la noche que asustaba con sus truenos, sus vegetaciones adusta, sus guaridas de  lobos como pozos, ademas de animales salvajes y bandidos, y no conocía el camino. Y se encontró con una antorcha ardiente que los salvo de los truenos, de la vegetación adusta y de las guaridas de lobos como pozos. Sin embargo los animales salvajes y los bandidos todavía le asustaban y el no conocía su camino. Entonces cuando despunto el alba, el se salvo de los animales salvajes y de los bandidos, pero el hombre todavía no conocía el camino. Entonces cuando salio al camino se salvo de cualquier peligro. 
Otro relato, el pecado puede extinguir la vela del mandamiento, pero no puede extinguir la luz de la tora. Como esta escrito :"las aguas torrenciales
no podrán apagar el amor" (Cant 8,7). ¿Qué dice respecto al mandamiento? En el momento cuando cumples el mandamiento, este te salva y te defiende. En el momento cuando no lo cumples, defender te defiende, pero salvar, no te salva. ¿Qué dice respecto a la Tora? Cuando estudias la tora y cuando no la estudias, ella te salva y te defiende.

Existen dos perspectivas hablando del estudio y la práctica de la Tora, se puede pecar debido al estudio de ella o se puede confluir en el estudio y la práctica. 
"Cuando salio al camino, se salvo de cualquier peligro"- ¿qué quiere decir esta frase? Rabi Jisda dice, El asunto versa sobre un hombre que alcanzó la sabiduría y llego al día de su  muerte. Rabi Najman b Ixjak dijo, El asunto versa  sobre una persona que alcanzó la sabiduría y temía pecar. Mar Zutra dijo, Esto es cuando la sabiduría del estudio conduce a la persona al camino de la Tora.  El estudio de la Tora es el desarrollo de las capacidades intelectuales de la persona. Pero en sí mismo las capacidades intelectuales no son la Tora, el desarrollo del intelecto se puede fortalecer en cualquier actividad. Desde otro punto de vista el practicar la tora se puede hacer con independencia incluso del conocimiento de esta. 

Rava argumentó con un contrario:
¿Y es que Doeg y Agitofel (aquellos justos que aconsejaban mal a David) no estudiaban la Tora? ¿Por que la Tora no los defendía? Por eso Rava decía, De verdad, el estudio de la Tora pospone el castigo. Tu puedes decir que una mujer no esta obligada a estudiar la tora. Bien, por ejemplo, en el caso que no exista tal mandamiento, cuando ella espera a su marido que esta estudiando la tora, y cuando permite a sus hijos estudiar la tora y la mishna, ¿acaso ella no comparte la recompensa del marido y de los hijos? 

La distinción entre la Tora y los mandamientos es muy fina y se define en la realización total de la Tora cuando el hombre realiza la tora (práctica) y la estudia dejando fuera la exaltación del ego o del narcisismo espiritual. El estudio de la Tora o su práctica no sirven de nada si es que están al servicio del narcisismo espiritual. Solo convergerán de verdad, a través de esta fina frontera, si prescinden del narcisismo espiritual. Tal es la advertencia rabínica en relación a los fariseos. 
Los fariseos en costras, esto es, cuando sus rodillas tienen de manera continua costras ya sea que de manera continua se tropieza en su afán de mostrar que hasta su forma de andar  es testigo de un especial temor de Dios. Un fariseo, "si este es  mi deber, lo cumplo". Y es que acaso no es suficiente? Si, pero este fariseo dice, "si este es todavía mi deber, lo cumplo" como si ya hubiese cumplido todos los mandamientos.

El problema está en que es muy difícil distinguir cuando una persona está estudiando la tora de forma altruista o no. La ambigüedad de nuevo está presente en el mismo ejemplo, porque si bien los fariseos son criticados como narcisistas, los mismos autores de este tratado se reconocen como descendientes de los fariseos. Y es que el pensamiento judío siempre es dialéctico, nunca reconoce verdades absolutas (salvo cuando la comunidad se pone de acuerdo sobre algo...y nunca planteando dogmas), y reconoce de manera cruda las ambivalencias judía en este camino de regreso al Edén. Un último ejemplo, es la sutil diferencia entre el sabio y "vivo" (en el sentido de listillo). 

Dice Ben Azai: " El hombre está obligado a enseñar a su hija la Tora..." Rabi Elizer dice: "Cualquiera que le enseñe la Tora a su hija, le está enseñando cosas licenciosas". "¿De verdad tu piensas que le está enseñando a su hija cosas licenciosas? En Absoluto! Como si le enseñara cosas licenciosas". Dijo R. Abbagu: "¿Sobre qué se apoya Rabi Elizer? Está escrito: Yo, la sabiduría, la vecina de la viveza" (Prov 8,12). Cuando la sabiduría se apacienta en el hombre, se apacienta en él la viveza".  Y él también decía: "el tonto del justo, el vivo del malandrín..."¿Quién es el justo tonto? Este es el que viendo a una mujer, entrampada en un río, dice: "Si yo la salvo, quiera o no quiera la contemplaré, y esto es inadecuado"

La Grandeza de Moisés (Apócrifo-Hejalot)

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La Grandeza de Moisés (Gedulat Moshe) es una apócrifo que es parte de la literatura Hejalot. En este texto vemos como Moisés asciende a los cielos y es honrado por Dios. Yo pondré todos los príncipes en tus manos. Yo te elevaré a los cielos y contemplarás mí Trono de Gloria, y te mostraré todos los ángeles que están en los cielos (1,7). Es interesante constatar que Moisés tiene dificultades al ascender porque no tiene naturaleza angelical, sino que es de carne y sangre. El Santo, Bendito Sea, le pidió a Metatrón, el Príncipe de la Presencia, y le dijo: "Ve y tráeme a Moisés, mi siervo, a los cielos. Toma contigo  15.000 ángeles a su derecha y 15.000 a su izquierda, con alegría, canciones, tambores, coros y cantad delante de Moisés, mi siervo (2, 1-2)...Metatrón dijo delante del Santo, Bendito Sea: " Moisés no es capaz de ascender a los ángeles, porque hay príncipes del fuego entre los ángeles y Moisés es de carne y sangre (2,3)...Moisés le dijo a Metatrón:"Yo soy carne y sangre y no soy capaz de mirar a los ángeles". Después de esto, se estaba en pie y su carne se convirtió en llamas de fuego y sus ojos en las ruedas del Carro. Su fuerza como la fuerza de los ángeles y su lengua como llamas. Entonces el levanto a Moisés a los cielos y con el habían 15.000 ángeles a su derecha y 15.000 a su izquierda, y Metatrón y Moisés estaban en el medio (2, 10-11).

El primer cielo es como el primer día de la semana, en el están las aguas como en hileras y todo el cielo consiste en ventanas (Gn 7,11; Mal 3,10; 1Enoc 60,12; 72,3; 72,7; 75,7; 83,11; 101,2; 2Enco 13-16; 3enoc 8,1), ventanas de oración, de súplica, de arrepentimiento, de alegría, de plenitud, de hambre, de riqueza, de pobreza, de guerra, de paz, de concepción, de nacimiento. El vio ventanas sin número e incontables (3,5-6).

En el segundo cielo, que es como el segundo día de la semana, Moisés encontró un ángel de grandes proporciones (300 parangan de altura) (2Enoc 12, 2; 3Enoc 9,2; 18,19; 21,1; 22,3; 25,4;26,4) cuyo nombre es Nuriel y frente al cual miríadas de ángeles de fuego y agua estaban de pie. Estos ángeles son los que velan por los árboles, el viento y la lluvia. Además van una y otra vez delante del Señor para alabarlo y siempre (de pie o en movimiento) sus rostros se dirigen a lo alto hacia el Santo (4,1-8).

En el tercer cielo, que es como el tercer día de la semana, Moisés encontró un ángel de nombre Noriel, también de grandes proporciones. Su altura como un viaje de 500 años, con 70.000 cabezas, cada una con 70.000 bocas y cada boca con 70.000 lenguas y cada lengua con 70.000 voces. Con este ángel se encuentran otras 70.000 miríadas de ángeles, todos hechos de fuego blanco y todos alabando al Señor, viniendo y volviendo desde su presencia. Velan, además, por los árboles, las frutas y el grano (5,1-7).

En el cuarto cielo, que es como el cuarto día de la semana, Moisés vio el templo reconstruido con sus pilares como de fuego. Allí había ángeles que entraban y alababan al Santo, Bendito sea, como lo hacía David. Estos ángeles velaban sobre toda la tierra, sobre el sol y la luna, y las estrellas, y los planetas, y las 26 esferas celestiales. Todos, al unísono, cantaban. Los ángeles más importantes era Nogah, al lado del sol, responsable del verano, y  Maadim al lado de la luna, responsable del invierno (6, 1-9).

En el quinto cielo, que es como el quinto día de la semana, Moisés vio ángeles  mitad de los cuales eran del fuego de abajo y mitad de nieve de arriba. Dios había hecho que la paz coexistiera entre ellos. Como todos los ángeles, también estos alaban al Santo (7,1-7)

En el sexto cielo, que es como el sexto día de la semana, Moisés vio al ángel Uriel cuya altura es como una jornada de 500 años y toda su forma de hielo. Miles de miríadas de ángeles conocidos como Irin y Qaddishin que alaban al Santo (8,1-5).


El séptimo cielo es como el Sabbath, allí vio dos ángeles, Af y Hemah, encadenados con cadenas de fuego y de rojo. Dios los había creado durante el sexto día para hacer su Voluntad. Sus aspectos son tan terribles que Moisés teme, y Metatron le abraza y reconforta: "Moisés, Moisés, amado del Señor, Siervo del Señor, no temáis no desaniméis a causa de ellos". De inmediato la mente de Moisés fue pacificada (9,6). También vio a un ángel de enormes proporciones, como una jornada de 500 años, de pies a cabeza lleno de ojos de fuego, su nombre, " Sammael, aquel que toma las almas", y que estaba descendiendo para tomar el alma del justo Job (Israel) (9,9-10). También contempló a los seis ángeles delante del Santo, cada uno con seis alas (2Enoc11,4;16,7;19,6;21,1;ApAb 18,6-7;Ap4,8; 3Enoc 26,9), con dos cubrían sus rostros, con dos sus pies y con dos volaban. Cubrían sus rostros para no contemplar el rostro de la Shekinah. Alaban a Dios cantando:Santo, Santo, Santo es el Señor de los ejércitos, toda la tierra está llena de su gloria"(10,1-5). Además de estos serafines, vio a las cuatro criaturas que sostenían el Trono de Gloria (3Enoc 33,3). Entonces Moisés vio un ángel, Zagzagel, príncipe de la Tora y la sabiduría, quien enseña la Tora en 70 lenguas. Este ángel resplandecía rayos de gloria. Moisés se sentó delante de él y aprendió los 10 secretos. Luego de esto Moisés le dijo al Santo: “Yo no descenderé de aquí hasta que tu no me des un buen regalo”. El Santo, bendito sea, le dijo: “Yo te doy la Tora que será llamada por tu nombre” como es dicho, Recuerda la Tora de Moisés mi siervo (11,6). De ahí le es permitido a Moisés contemplar el Trono de Gloria de Dios y luego el lugar donde los injustos sufren las penas por sus pecados. Es aquí donde la naturaleza sumosacerdotal de Moisés sale a relucir. “Tal vez es tu Voluntad, Señor mi Dios, y Dios de mis padres, que tu salves a tu pueblo, Israel, de este lugar”. A lo que Dios contestó: “Moisés, no hay parcialidad delante de mí y nunca soborno. Quien sea que haga el bien estará en el Jardín del Edén y quien sea que haga el mal estará en el Gehinnom” (19,2).

El pecado de los hijos de Set en La Cueva de los Tesoros

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La Cueva de los Tesoros es un apócrifo cristiano presumiblemente escrito entre el final del siglo II y el principio del III, aunque su compilación final transcurrió en algún momento de este siglo III. Es un texto que nace en un ambiente judeo-cristiano dentro de la cultura asirio-babilónica. La obra se divide en tres partes, (i) la historia anediluviana, (ii) las generaciones postdiluvianas hasta el relato de Abraham, Isaac y Jacob, y (iii) la genealogía y la vida de Cristo. En este texto encontramos una serie de relatos o leyendas anteriores que han sido re-escritas y re-interpretadas. Una de ellas es el relato de los hijos de Set (VI. 22-XVII.22) que tiene un claro paralelismo con una obra que nos ha llegado en armenio llamada El Evangelio de Set. El texto armenio narra el anuncio del nacimiento de Set, gran consuelo y guia para los posteriores patriarcas, cuya generacion llenará toda la tierra siempre que no se mezcle con la de Caín. Estos descendientes habitarían  en las montañas para poder preservar esta vida ejemplar, sin embargo, al final, igual se contaminán debido a una mujer de la descendencia de Caín que los seduce con su forma de bailar y de su belleza. Todos terminán contaminados, exepto Noé a quien Dios escojerá para salvar el género humano. La Cueva de los Tesoros amplía este argumento a través de tres temas principales: la santidad de los hijos de Set, su descenso al valle con los hijos de Can, y el nacimiento de los gigantes. La santidad de los hijos de Set se menciona en VII.1  cuando estos son llamados hijos de Dios en reemplazo de aquellos ángeles que cayeron. Así leemos  en XI. 12: Como los hijos de Set  habían ocupado el lugar de aquel rango que cayó y amaban a Dios, fueron desde entonces llamados “hijos de los ángeles” e “hijos de Dios”. En  VII.4 leemos: En lugar de aquel rango de demonios que cayó del Cielo, subieron ellos a las estribaciones del Paraíso para dar gloria. Más que de la identidad casí angelical de los hijos de Set, se trata de una identidad adámica que se mantiene en este grupo a pesar del pecado deAdán, por medio de dos virtudes fundamentales, la pureza y la santidad (Salm 82 (81),6).  Fijémonos como coinciden la vocación adamica y la setiana,  cuando Satán fue expulsado del Cielo, Adán fue elevado para subir al Paraíso con gran honor, mientras los ángeles alababan en su presencia, los serafines le bendecían y los querubines le honraban  (III.8). Esta santidad se sostiene por medio de la pureza, la santidad y un  juramento que hacen por la sangre pura de Abel (VII.18): Jurad por la sangre pura de Abel que ninguno de vosotros descenderá de esta santa montaña ni permitirá a nadie de vuestras generaciones bajar junto a los hijos de Caín.  Es interesante, entonces, recalcar que para estos cristianos el pecado de Adán no alcanzó a afectar a los descendientes de Set...y sin embargo, estos pecaron en los días de Yerad (X.14) cuando se vieron tentados a partir de la fabricación de los instrumentos musicales (XI. 4-12) y los bailes que los acompañaban que los impulsaron a fornicar (XII, 1-21). Yabal hizo flautas, citaras, y caramillos. Los demonios entraron a habitar dentro de ellos. Cuando soplaban, inmediatamente los demonios cantaban desde dentro. Tubal-Cain hizo castañuelas, carracas, tambores y panderetas. Entonces aumentó el deseo de fornicar entre los hijos de Caín y no tenían otra ocupación excepto la fornicación. No estaban sometidos por el castigo ni tenían jefe ni guía, sino que únicamente comer, beber, la gula, la embriaguez, la música, los bailes, el juego diabólico, y la risa, todo lo que satisfacía a los demonios, como el sonido de la pasión de los hombres deseando a las mujeres era su única ocupación. Entonces Satán se dio cuenta de que gracias a esta conducta erronea los hijos de Set bajarían de la montaña santa (XI, 4-11). No es el pecado de Adán el causante de la pérdida del estado paradisiaco, sino el pecado de los descendientes de Set que bajaron de la montaña santa (todavía en la inmediaciones del paraíso) y que al perder pureza y santidad no volverían a subir al modo de Ex 19, 20-24 cuando Moisés advierte al pueblo que no suba al Sinaí debido a su carácter santo.

Contexto rabínico a la parábola de los talentos

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Una de las características del judaísmo es representar a Dios como aquel  que todo lo da, en ese sentido todo lo  que una persona posee, cualidades y virtudes incluídas, le es dado por Dios. A partir de este darse Dios construye una relación de libertad con la persona. Una parábola tomada del Yalkut Shimeoni vol. 1, Remez 837 y Seder Elijah (25) 26 refleja bien el punto. ¿Cuál es la diferencia entre el amor y el miedo? El asunto se puede clarificar a través de una parábola. ¿Con qué podemos comparar este asunto? Un rey tenía dos siervos. Uno amaba y temía al rey. El segundo, solo le temía. El rey partió a un país lejano. El siervo que amaba y temía al rey, plantó una parcela con todo tipo de frutales. El siervo que solo temía al rey se mantuvo inactivo, no hizo nada de nada. Una vez que regresó el rey desde el país lejano, contempló los jardines plantados de frutales, todo para Él de acuerdo a los designios del siervo que le amaba. Cuando este siervo que le amaba se le acercó y vio todos los frutales que había trabajado y el contento que producía en el rey, se puso muy feliz. Sin embargo, cuando el rey entró en los dominios del siervo que sólo le temía, sólo vio desolación en concordancia con el miedo que este siervo sentía por Él…Este siervo estaba muy angustiado de acuerdo al enojo del rey…  De aquí tu aprendes que la recompensa a quien amó y temió al rey es una porción doble, mientras que la recompensa a quien solo temió al rey es una porción.   

Otra parábola rabínica que nos describe como el miedo a Dios nos puede paralizar en la vida es tomada de Esopo (225), el avaro. En esta parábola el miedo se relaciona con la avaricia, un aspecto muy sobresaliente también en el evangelio de Mateo. Un avaro vendió todas sus posiciones para comprar una buena cantidad de oro, que no tardó en enterrar en un terreno que solía visitar para comprobar que todo estuviese en orden. Una persona que notó las constantes visitas del avaro, revisó el terreno y encontró el tesoro y se lo llevó. Cuando el avaro regresó al lugar y descubrió su pérdida, no paraba de llorar, de tirarse de los pelos, y de lamentarse. Un testigo, que sabía de todas las circunstancias, se le acercó y le dijo: “Amigo querido, no os lamentéis, tomad una piedra y escondedla bajo tierra en el mismo lugar donde escondías el oro. Y es que si bien el oro era tuyo, no hacías uso de él”. El temor puede tener consecuencias muy penosas en las personas, hablando de cualidades y talentos, que por lo demás no le pertenecen. 

Este es un contexto adecuado para leer la parábola de Mt 25, 14-28, la de los talentos. La teología detrás de la parábola mateana tiene que ver con la idea que todo la creación le pertenece a Dios. El hombre está llamado a reconocer la soberanía de Dios. No hacer propio nada de lo que le es dado, tampoco sus dones y atributos. Gozar del mundo sin agradecer constantemente al regalador es usurpar algo que no nos pertenece. Y como no somos niños, los rabinos piensan, entonces debemos saber que al final tendremos que rendir cuentas. Estas cuentas no se basan en la justicia humana, sino en la misericordia de Dios,  tal como se dice en Exod.Rab 41,1: Rabía Nehemías decía: Incluso cuando reflexionamos sobre nuestras acciones, nos llenamos de vergüenza. ¿Por qué se produce esto? De manera común uno le encarga sus tierras a un parcelero quien aporta los granos y el trabajo, y al final uno recibe una porción igual que éste de los frutos. Con Dios, el Santo, bendito sea, no ocurre lo mismo, porque todo el mundo y todo lo que hay  en el  le pertenece, como se nos dice, “La tierra es del Señor” (Salm 24,1), y a pesar que la tierra y los frutos de esta le pertenecen, y es Él además quien hace llover y hace aparecer la primavera para que los frutos crezcan, lo mismo que los hace perseverar y hace todo lo necesario en relación a los hombres, les dice: “Yo sólo les he ordenado darme un décimo como ofrenda y uno en cincuenta como terumah”.
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